Cultura

La crisis interna en la SGAE pospone la solución de su auditorio hasta febrero

Quedan congeladas las conversaciones que se estaban manteniendo con promotoras privadas para alquilar o vender el espacio escénico hasta que se renueve la junta directiva de la institución

el 06 ago 2014 / 12:00 h.

Auditorio SGAEEl auditorio que la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) posee en la Cartuja, uno de los mejor equipados de España, con capacidad para 3.500 espectadores, seguirá cerrado, sin uso y sin perspectivas de solución al menos hasta febrero de 2015, ya que en estos momentos no se puede mover ningún asunto de relevancia dentro de los órganos directivos de la entidad propietaria, paralizados por la crisis interna que arrastra en los últimos meses. La SGAE había estado manteniendo contactos y negociaciones con promotores privados a fin de poner en uso de alguna forma este inmenso complejo cultural, de más de 30.000 metros cuadrados, en el que se ha dejado 70 millones, y que pese a no tener actividad alguna, requiere de un elevado coste de conservación y mantenimiento. Sin embargo, la reciente dimisión de la directora general de la sociedad, la sevillana Natalia Garzón, ha sumido la institución en una complicada situación de interinidad, que deja congelada cualquier posible salida. Garzón abandonó su cargo el pasado mes de junio, en pleno proceso de discusión de las cuentas de la entidad, con la oposición de un sector de socios, que denunciaban irregularidades. Esta sevillana fue nombrada en diciembre de 2012, en sustitución de Enrique Loras, imputado en la Operación Saga, que acabó con la etapa de Teddy Bautista. Tras su salida, la junta directiva de la SGAE convocó elecciones anticipadas para el 26 de febrero de 2015, después de que los socios rechazaran las cuentas y el informe de gestión de 2013. Esto impide llegar a ningún acuerdo con los promotores interesados o seguir buscando inquilinos a este auditorio, denominado Al Andalus, según informaron a este periódico fuentes de la sociedad encargada de gestionar los derechos de autor. «Todo se ha quedado a la espera de que se renueve la junta directiva. Los nuevos responsables de la SGAE serán los que decidan qué se hace con el teatro, por lo que al menos hasta febrero de 2015 no habrá movimientos», señalaron estas fuentes, que calculan que esto puede suponer un retraso incluso mayor, ya que una vez elegido este órgano de gobierno, deberá tomar posesión y empezar a trabajar, lo que puede demorar este asunto hasta el próximo verano. «Todas las líneas de negociación que se habían abierto están ahora paradas», apuntaron. Esta situación aleja la apertura de este gran equipamiento cultural, que lleva meses terminado y con los permisos para programar ya concedidos. Y eso que el pasado marzo, el presidente de la SGAE, José Luis Acosta, había dado motivos para la esperanza, al asegurar en una entrevista con este periódico que aunque ese teatro «fue un gran error» de la época de Teddy Bautista, «está terminado y se están haciendo gestiones para que pueda ponerse en marcha». «Hemos gastado mucho dinero para tenerlo listo y ya sólo falta una licencia para que pueda entrar en uso. Además estamos viendo, aunque aún no está cerrado, la posibilidad no tan lejana de abrirlo por fin, pero queremos que sea un complemento más a la oferta de Sevilla, sin ser competencia que dañe a los espacios escénicos que ya funcionan. Esperamos dar una buena noticia pronto», añadió entonces el directivo. Acosta barajaba para abrir este recinto las fórmulas del alquiler, la venta o el alquiler con opción a compra, siempre dejando la gestión en manos de promotoras especializadas. Y se marcaba como objetivo el no competir con Fibes, programando mucho más que musicales. Esto supone un nuevo jarro de agua fría para este auditorio. Pero no es el primero. La Fundación SGAE tenía interés en que se celebrara allí la gala de entrega de los últimos Premios Max de Teatro del pasado abril. Sin embargo, la institución lo descartó debido al elevado coste de abrir este espacio escénico para sólo un día y a la falta de patrocinadores para el evento. La institución había anunciado que después de varios años sin sacar de Madrid estos galardones, debido a la crisis, quería organizarlos en el macroauditorio que posee en la Cartuja, a fin de inaugurarlo y mostrarlo públicamente para atraer a inversores interesados en su compra o explotación. Finalmente, lo caro que resultaba sacar fuera de la capital esta ceremonia –superaría con creces los 250.000 euros– llevó a la organización a descartar la opción de Sevilla, ya que además de los gastos habituales habría que afrontar el alquiler de los equipos técnicos de los que carece el auditorio, el traslado y el alojamiento de los invitados y nominados, y el coste del operativo para que TVE transmitiera el acto. Las obras de construcción del Al-Andalus concluyeron el pasado año, quedando sólo pendiente del equipamiento sonoro y audiovisual –que no se ha adquirido para evitar que quedara desfasado cuando se produjera la inauguración– y del personal. La sociedad de autores había conseguido ya todos los permisos para poder abrir el teatro el 28 de abril, fecha en la que están previstos estos galardones. Además, se estaba trabajando para que una vez que comenzara a funcionar, se mantuviera la actividad en el edificio, que además de teatro está equipado con zonas de restauración, oficinas, estudios de televisión y otras instalaciones. Hace más de dos años desde que la SGAE anunció que ponía a la venta el colosal auditorio que levantó en la isla de la Cartuja el anterior equipo directivo, capitaneado por Teddy Bautista, que dejó el cargo tras el escándalo de la Operación Saga. A pesar de que en este tiempo se recibieron varias ofertas de multinacionales dedicadas al entretenimiento, ninguna acabó cristalizando. El motivo principal, el empeoramiento de la situación económica. Este edificio se inició en 2007 y debió concluirse en 2011, aunque fue terminado en 2013. Se presupuestó inicialmente en 30 millones, aunque finalmente superó los 70. Ese sobrecoste y la caída del mercado inmobiliario hizo que hasta este año pareciera inviable su venta, debido al perjuicio económico que supondría deshacerse de él por un precio mucho menor a su inversión. Pese a todas las dificultades, la SGAE siempre mantenido una premisa, conservar el futuro uso cultural de este espacio.

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