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La crisis pasa factura al rector de la Universidad de Sevilla

Arellano consigue el apoyo mayoritario del Claustro a su gestión académica. El rector ‘paga’ la aplicación de las políticas del Gobierno y la Junta.

el 12 dic 2013 / 22:05 h.

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La secretaria general de la Universidad, Concha Horgué, en un momento de la votación. La secretaria general de la Universidad, Concha Horgué, en un momento de la votación. Antonio Ramírez de Arellano ha conseguido el respaldo mayoritario del Claustro, el parlamento universitario, a su gestión como rector de la Universidad de Sevilla, aunque los resultados no dejan lugar a muchas dudas: la crisis le pasa factura. El máximo responsable académico cosechó 149 votos a favor, 77 noes y siete votos en blanco. Emitieron su voto 233 claustrales de los 275 que hay. Ramírez de Arellano logró el 64% de los apoyos, la “mayoría absoluta”, remarcaron fuentes del equipo de Gobierno, pero lo cierto es que el porcentaje es más bajo que hace un año. En su primer informe de gestión, el rector logró el 77% de los apoyos (160 síes frente a 27 noes; 19 votos en blanco y uno nulo. Entonces votaron 207 claustrales). Las citadas fuentes del equipo de Gobierno reconocieron estar “contentas” y “satisfechas” con el resultado. El resumen más gráfico de lo ocurrido en la votación del informe de gestión del rector de la Universidad de Sevilla lo hizo ayer un catedrático de la casa: “Al final, terminamos dando una patada para quejarnos a quien tenemos más cerca, no a quien se lo merece”. El curso pasado fue uno de los más difíciles de gestionar con el efecto devastador del 10% de la tasa de reposición, cuya aplicación ha supuesto la precarización del empleo y el incremento de la carga docente. Precisamente, este punto es el elemento principal por el que la Asociación de Docentes e Investigadores de la Universidad de Sevilla (Adius) promueve una huelga coincidiendo con el periodo de exámenes de febrero (20 días de paro en concreto). Ni las políticas del Gobierno del PP ni las de la Junta de Andalucía, gobernada por PSOE e IU, han dado el más mínimo respiro. El primero plantea suprimir la universidad pública tal y como se concibe ahora para convertirla en un trasunto de la empresa privada, con consejos de administración en vez de consejos de gobierno, y una “desfuncionarización” de la plantilla. El segundo (el Gobierno andaluz) asfixia económicamente a las universidades andaluzas al no abonarles las deudas pendientes, cercanas a los 900 millones de euros. Y subiendo. Con este panorama y siguiendo el razonamiento del catedrático antes citado, el rector era consciente de que el Claustro iba a dar una patada y de que ésta iba a ser en su trasero. Detrás de los 77 votos en contra de su gestión están los claustrales que representan a Adius, los estudiantes (que ya anunciaron pocas horas después de la sesión de la semana pasada que votarían en contra) y un grupo minoritario de profesores titulares y catedráticos. El número coincide casi milimétricamente con el número de claustrales que en 2011 votaron en contra de Ramírez de Arellano como rector. Se abren, pues, de cara al futuro dos escenarios posibles. El primero pasaría por que el rector consiguiera mantener este nivel de descontento aunque la crisis, y con ella los recortes, se recrudeciera; y el segundo conllevaría una pérdida de apoyos progresiva de aquí al final del mandato. Tras estos dos supuestos hay que tener en cuenta también que Antonio Ramírez de Arellano enfila ya el ecuador de su mandato (el próximo 23 de febrero hará dos años de su triunfo electoral). En el horizonte empiezan a vislumbrarse unas elecciones. Si el sistema de elección sigue siendo por el Claustro, el actual rector tendría casi asegurada su elección. Sabe que cuenta con un grupo estable de opositores cercano a los 80 votos. Si el modo de elección cambiara, de nada serviría la radiografía actual de apoyos del Claustro: el rector sería elegido a dedo por un grupo selecto con la bendición del Gobierno central.

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