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La crisis y las sanciones hunden Irán después de los comicios

En un año Ahmadineyad pierde mucho de los apoyos recibidos .

el 11 jun 2010 / 19:52 h.

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El opositor Musaví, aclamado por sus seguidores tras las elecciones.

Irán conmemora hoy el primer aniversario de la polémica reelección de su presidente, Mahmud Ahmadineyad, sumido en una profunda crisis política y social, con incertidumbres sobre la solvencia de su economía y la sombra de las nuevas sanciones impuestas por la ONU y por las que estudia aprobar la Unión Europea.

Pese a que la presión policial y judicial ha erradicado casi el movimiento de protesta que hace un año tomó las calles, el divorcio entre el Gobierno y una gran parte de la población no sólo permanece si no que parece haberse consolidado y ampliado.

Nada más conocerse los resultados electorales, cientos de miles de personas salieron a la calle para apoyar las protestas de la oposición, que denunció "un fraude masivo". En la violenta represión murieron cerca de 70 personas -según el cómputo de los opositores-, unos 30 -según el régimen- y decenas de miles fueron detenidas.

Casi un centenar, entre ellos responsables de la oposición, han sido desde entonces condenados a diversas penas de cárcel, e incluso a la horca, acusados de atentar contra la seguridad del Estado y participar en una supuesta conspiración urdida desde el exterior para derrocar el régimen. Aún amordazados e intimidados, alrededor de una decena de grupos de oposición, con los dos candidatos derrotados Mir Husein Musaví y Mehdi Karrubí a la cabeza, pidieron semanas atrás autorización para volver a manifestarse en silencio en el día de hoy. Sin embargo, el jueves ambos cancelaron el llamamiento para "salvaguardar la vida y las propiedades de la población". "Las informaciones que tenemos indican que una vez más los ultraconservadores y los represores se han organizado para atacar a la gente. Instamos a defender las demandas con métodos menos costosos y más efectivos", indicaron en un comunicado conjunto divulgado en internet.

Teherán y otras grandes ciudades son escenario desde hace varios días de un amplio despliegue policial en el que no sólo participan fuerzas regulares, si no también los ultraconservadores grupos de voluntarios islámicos o basij, claves en la represión del pasado año.

"Aunque el movimiento en la calle sea menor, el malestar ha arraigado. Muchos que hace un año votaron a Ahmadineyad, hoy no le darían su voto", explica a Efe un sociólogo que por seguridad prefiere no ser identificado. La debilidad de la economía y la presión social son otras de las principales razones que este experto invoca para explicar la actual coyuntura. Pese a que las cifras oficiales revelan que ha habido un descenso del índice de inflación, la realidad diaria muestra que la vida se ha encarecido.
La tasa de paro es todavía muy elevada y cada vez son más las familias que arrastran enormes dificultades para llegar a fin de mes.

Asociaciones sindicales han denunciado despidos masivos en varias industrias, algunas de las cuales se han visto obligadas a echar el cierre. En el horizonte está el plan del Gobierno para sustituir los subsidios estatales por ayudas directas y en efectivo a la población. Una medida que, según el Ejecutivo, busca obtener liquidez para revertirla en programas industriales -ante el descenso de la inversión extranjera-, pero que los expertos advierten de que podría tener un impacto muy negativo en la precaria economía doméstica.

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