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La cultura de los carreteros

Villamanrique de la Condesa celebra el Campeonato Internacional de Yuntas en el marco de la Feria de Turismo y Tradiciones

el 27 abr 2014 / 22:54 h.

El carretero de Villamanrique Luis Bernal durante su demostración. El carretero de Villamanrique Luis Bernal durante su demostración. Las carretas y los tamborileros son la cultura de Villamanrique de la Condesa. De ello presumen sus vecinos. Al igual que de las mantoneras, las modistas de trajes de flamenca o los productores de aceite ecológico, entre otros. De ahí que durante tres días este municipio de  unos 4.500 habitantes haya sido el centro neurálgico de la tradición –ligada a las romerías, el Rocío, Doñana y las ferias– y la economía autóctona gracias a la Feria de Turismo y Tradiciones del Entorno de Doñana, celebrada este fin de semana. Conocedores de que poseen el mayor patrimonio de carreteros, ayer se celebró el decimoctavo Campeonato Internacional de Yuntas y Carreteros. Un encuentro, referente a nivel nacional, en el que participaron diez carreteros de la provincia –cuatro de Villamanrique, cuatro de Gines, uno de Camas y otro de Espartinas–. Tras librar varias pruebas en las que se miden la fuerza del ganado y la doma, fue Juan José Garruta quien se llevó el primer premio, valorado en 2.000 euros. De entre todas las pruebas, que tienen que realizar en 15 minutos, Garruta sorprendió por su destreza a la hora de realizar la prueba del zigzag, así como a la hora de la llamada. El segundo y el tercer premio recayeron en los carreteros Juan José Díaz y Antonio Miguel Jiménez, respectivamente. Otros de los participantes en este encuentro fue Luis Bernal. Este carretero de Villamanrique y perteneciente a la quinta generación de este oficio en su familia asegura que gracias a este encuentro, que es el primero que se celebró en España, permite mostrar el trabajo de muchos meses y la tradición de la localidad. Desde final de enero, los manriqueños dedicados a este oficio se dispersan por la Dehesa Boyal para entrenar con su ganado y prepararse para las romerías y el camino al Rocío. Y es que tan buena es la reputación de los carreteros manriqueños que acompañan a cerca de una veintena de hermandades a la aldea, según Bernal. Pero el futuro de este oficio está en ascuas. Mientras que antes las carretas eran vehículos imprescindibles para portar todo lo necesario los días de romería, a día de hoy son un mero adorno, de ahí que los que se dedican a ellas «lo hagan más por afición que por negocio», explica Bernal. Eso, unido al elevado coste de mantenimiento, hacen de este campeonato un evento necesario para poner en valor su estampa. Por ello, el Ayuntamiento de Villamanrique une este oficio y el del tamborilero al turismo. Lejos de quedarse en la artesanía o en la agricultura, esta localidad quiere aprovechar que es la puerta de entrada a Doñana para impulsar sus señas de identidad con el turismo, explica la concejal de Hacienda y urbanismo, María José Díaz. De hecho, ya son varios los hoteles y casas rurales que venden Doñana y toda su tradición en torno al Rocío como reclamo turístico. Durante el fin de semana también se celebraron la cuarta carrera de galgos, así como el segundo concurso de enganches de mulos a la larga. Con respecto a las carreras de galgos, Fausto Reyes ganó en las categorías de cruzados –con su can Feo– y en campo –con Moro–. En ingleses lo hizo el manriqueño Juan Antonio Márquez con Contador. En relación al concurso de enganches de mulos, fue el vecino Luis Jiménez el que se alzó con el  premio valorado en mil euros. Además de estas competiciones, 25 expositores sirvieron de escaparate para los artesanos y productores locales. La empresa de mantones Ángeles Espinar era una de ellas. Según su hija, María José Sánchez, fue su madre la que puso de moda el mantón de manila en los años 70. «Reinventó los diseños, cambió los colores y llevó la moda a los crespones», explica Sánchez. Tanto es así que estas obras de arte sobre seda han desfilado hasta en la pasarela Simof. Pero Villamanrique también presume de dulces. De rosas, precisamente. Harina, huevos y miel son los ingredientes de una receta que antes se cotizaban las familias «más pudientes», según Antonia Díaz, de las manos de su abuela.

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