Los ambiciosos objetivos que se había fijado la Cumbre de Lima para combatir la pobreza y la desigualdad quedaron finalmente en una extensa declaración plagada de compromisos de buena voluntad, sin metas definidas ni cifras de inversión para paliar dos de los más graves problemas de América Latina.
Bajo el lema "Respondiendo juntos a las prioridades de nuestros pueblos", la declaración final de la V Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina, el Caribe y la Unión Europea que concluyó ayer en Perú recoge el compromiso de las partes por afianzar su relación y trabajar por cumplir objetivos comunes.
Como novedad, la Cumbre abrió la vía a la creación de una Fundación permanente para "estimular" y "aumentar la visibilidad" de la cooperación entre los países de ALC y la UE, que seguirá el modelo de las creadas por la Unión Europea para impulsar el diálogo entre sociedades civiles en los países del Mediterráneo y de Asia.
Además, el texto incluyó el lanzamiento de un programa conjunto contra el cambio climático, bautizado Euroclima, que permitirá compartir conocimientos y coordinar las acciones contra el calentamiento global.
Sin embargo, en materia de lucha contra la pobreza y la exclusión social, el documento se limitó a poco más que declaraciones de buenas intenciones, pese a lo sensible del problema para América Latina, una región con más de 200 millones de pobres, que no ha conseguido reducir los niveles de exclusión social y se enfrenta al reto de aprovechar su crecimiento para cumplir los objetivos del Milenio y rebajar su nivel de pobreza a la mitad hasta 2015.
El propio presidente peruano, Alán García, anfitrión de la Cumbre, habló en la apertura de la necesidad de tomar medidas concretas para paliar el problema y propuso iniciativas como incrementar en un 2% la producción de alimentos en los países participantes en la cita de Lima o gravar el consumo de petróleo y gas licuado para conseguir fondos. Finalmente, ni las propuestas de García, ni las del venezolano Hugo Chávez, que instó a crear un fondo nutrido de impuestos al petróleo, ni las sugerencias de México para instituir un "fondo verde", llegaron a quedar plasmadas en el papel.
Acuerdos de asociacion. Unos y otros prometieron asimismo "proseguir activamente" las negociaciones encaminadas a la firma de acuerdos de asociación regionales entre la UE y los países centroamericanos, andinos y del grupo Mercosur.
Este es uno de los puntos en el que se evidenciaron las diferencias de criterio, ya que Latinoamérica está cada vez más dividida entre dos modelos socioeconómicos, uno decididamente favorable al libre mercado y otro, capitaneado por Venezuela, muy crítico con el liberalismo. Una realidad puesta de manifiesto una vez más por la particular retórica del presidente venezolano, Hugo Chávez, que afirmó que para dialogar con su homólogo colombiano, Álvaro Uribe, tendría que "bajar al pantano".
Mientras tanto, la UE insistió en sus llamamientos a la integración regional latinoamericana, y repitió que sus ofertas para firmar acuerdos de asociación política, comercial y de desarrollo están dirigidas a los distintos bloques regionales, no a los países particulares.
Por este motivo, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, instó a superar "intereses egoístas a corto plazo" como hizo la UE "en interés de todos y del dinamismo económico", una decisión con la que a Europa "no le ha ido mal". En este sentido, España, el próximo anfitrión, intentará firmar acuerdos de asociación con Centroamérica, la Comunidad Andina y Mercosur.