Cultura

La danza toma Sevilla

El Mes de Danza se ha afirmado como uno de los festivales más singulares del panorama cultural. Tuvimos la oportunidad de comprobarlo un año más, y ya van quince, el pasado fin de semana, en el que una decena de propuestas inundaron de baile algunos espacios de la ciudad.

el 15 sep 2009 / 17:52 h.

El Mes de Danza, a pesar de sus dificultades, se ha afirmado como uno de los festivales más singulares del panorama cultural. Tuvimos la oportunidad de comprobarlo un año más, y ya van quince, el pasado fin de semana, en el que una decena de propuestas inundaron de baile algunos espacios emblemáticos de la ciudad. Espacios como la Plaza de la Iglesia de Santa Lucía. Allí la ciudad pudo disfrutar el pasado viernes del reto a la gravedad propuesto por la compañía de Germán Jáuregui y Borja Ramos, que Andy Zondang interpretó con una sobrecogedora limpieza. Y, como guinda, la gracia y el poderío de Rosario Toledo, una de las más aventajadas bailaoras.

El sábado el festival comenzó puntual, a pesar de las inclemencias del tiempo. Las predicciones eran en principio de lluvia pero, al final, las nubes se rindieron y permitieron a un considerable número de espectadores congregarse alrededor de algunos números impresionantes, como el de la Compañía Ertza en la plaza Virgen de los Reyes, en el que Asier Zabaleta propuso un juego de improvisación colmado de inquietud y dominio expresivo.

Aire místico. También sobrecogió el solo de Anuska Alonso quien, con aire místico, colmó la atmósfera del parque de María Luisa con un baile tan contenido como elevado. Aunque lo más sorprendente fue la actuación de los alumnos del Conservatorio Profesional de Danza de Sevilla quienes conmovieron con dos piezas de danza contemporánea dirigidas por Elena Postigo. Ella explicó que este es el primer año que los alumnos actuaban para el festival y que la experiencia había resultado tan fructífera como interesante ya que, a pesar de que la mayoría cursan danza clásica, esta disciplina incluye la contemporánea como asignatura y la actuación incentivó la creatividad en dicha materia.

Para terminar el fin de semana el festival llevó el domingo a otro espacio no menos emblemático, el Monasterio de Santa María de las Cuevas donde la danza se volvió performance de la mano de Compañía Arriana y Vincent Dunoyer, quien aprovechó la espiritualidad propia del lugar para proponer una coreografía que divaga entre lo masculino y lo femenino a partir de una serie de fotografías de Fuymiyo Ikeda y la música de Jonh Cage.

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