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«La desesperación ciudadana con la Justicia la resuelve el dinero»

El socio director del despacho Cuatrecasas en Andalucía, Luis Olivencia Brugger, estima que si los juzgados de lo Mercantil no tienen más medios, las empresas seguirán entrando enfermas y saliendo muertas

el 08 ago 2010 / 19:39 h.

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Olivencia, en la sede de Cuatrecasas en Sevilla.

-Se suele decir que la lentitud de la Justicia exaspera. ¿Y con esta crisis aún más?
-Sí. La desesperación del ciudadano aumenta y aumentan los problemas en la Administración de Justicia. Ésta sólo necesita dinero, es lo único que hace falta. La de la Administración de Justicia es una enfermedad crónica, donde todos tienen muchas competencias, aunque, a la hora de la verdad, cuando ocurre alguna disfunción, miran de forma injusta al juez o al secretario.

-¿Dinero para?
-Pues para tener más jueces, más jueces especializados y tener más personal y medios. Existe un plan estratégico por el que se invertirán en tres años 600 millones de euros. Para éste ya se han librado 218 millones pero, debido a los recortes presupuestarios, para los siguientes la partida no está clara. El carácter crónico de esa enfermedad se agravará. A la crisis de la Justicia se le junta la Justicia en épocas de crisis. ¿Es normal que unos juzgados de lo Mercantil que tienen cinco años de vida estén colapsados? Pues en vez de hacerse más juzgados con más jueces, la Administración decidió cambiar la Ley Concursal, como si en medio de una pandemia, en vez de aumentar los hospitales y médicos, cambiara la Ley General Hospitalaria.

-¿La gran olvidada al afrontar la crisis es la Justicia?
-Diría que es la cenicienta de los recursos públicos y, por esto, no funciona. ¿Lo peor? La grave desmotivación de los jueces. No tienen el ambiente de trabajo ni los medios para realizar su labor con eficacia.

-¿Y por qué tal olvido?
-La Administración de Justicia no es electoralmente rentable. Un dato. En España hay 9,6 jueces por cada 100.000 habitantes, mientras que la media europea es de 20. Se habló de pactos de Estado, planes de modernización... pero lo cierto y verdad es que los medios no llegan. Los jueces no necesitan Ciudades de la Justicia, sino sitios donde puedan ejercer sus funciones de la mejor manera posible. Hay espacios que ni siquiera reúnen las mínimas condiciones de salubridad e higiene.

-En estos tres años de crisis los concursos de acreedores son el pan de cada día. Sin embargo, son pocos los que han conseguido resolverse con éxito. ¿La Ley Concursal no sirve?
-Sí sirve, pero pide celeridad en su tramitación. Si el enfermo no recibe tratamiento inmediato, no sana. No obstante, también es cierto que nuestra tradición concursal, debido a los fallos de la regulación anterior, era que las empresas esperaran hasta el último momento, cuando estaban en fase terminal, para pedir el concurso, ocultando auténticas quiebras. El profesor Olivencia [su padre] lo decía claro. Si media España estaba en suspensión de pagos, la otra media estaba en suspensión de cobros, y esto pasa ahora.

-Empresas entran heridas y salen muertas del juzgado...
-La Ley Concursal quiere que las empresas sanen, pero si en los sanatorios, que son los juzgados de lo Mercantil, no hay medios, al final mueren.

-¿Y qué hacer con la Ley?
-La Ley ya ha sufrido dos modificaciones, pero el problema no está en ella, sino en dar a los juzgados de lo Mercantil más medios o crear más. Esa celeridad que la Ley exige no se está dando. No es culpa de los jueces, sino de las administraciones, que siempre han ido más a controlar la Justicia que a procurar su correcto funcionamiento. Los órganos de gobierno de la Justicia están politizados y toman en sus decisiones posturas de partido, y ésa es la imagen que ofrecen. En cambio, la independencia impera en los jueces.

-¿Cómo se casa la independencia de unos y la dependencia de otros?
-El juez, en la aplicación de la ley, no se deja llevar por ninguna consigna, está apartado, por eso se pueden casar.

-¿La sentencia del Estatut de Cataluña es judicial o política?
-Es una sentencia y debe ser acatada, pero me sorprenden algunas manifestaciones, que creo reprochables, sobre la función desarrollada por el Constitucional. Las reglas de juego están recogidas en la Constitución y, sin embargo, oigo declaraciones de políticos, incluso al mando de gobiernos, poco menos que llamativas. En un Estado de Derecho, lo primero es el respeto a las instituciones. Uno podrá o no estar de acuerdo con la sentencia, pero hay que aceptar el resultado. En Alemania, por ejemplo, ese tipo de reacciones no se producen.

-¿Será que aquí la política impregna más a los órganos de gobierno de la Justicia?
-La política lo impregna todo. España es un país excesivamente politizado, donde, además, el independiente es visto con recelo. La regeneración más importante que hay que hacer es la de la política, que tiene cautiva a la sociedad. Por eso no me creo el término sociedad civil.

-¿Hay alternativa al dinero para afrontar los problemas de la Justicia?
-No. Me consta que las administraciones, incluida la autonómica, están tratando de impulsar la resolución extrajudicial de los conflictos. Sin embargo, los juzgados donde están más cargados es en los temas penales, y éstos ni son arbitrables ni susceptibles de mediación. Se dice por parte de los penalistas, yo no lo soy, que existe una excesiva penalización de conductas. Quizás hubiera que despenalizar conductas, de forma que no hubiera tanto penal. Despenalizar y despolitizar la Justicia, al compás.

-Hablando de despolitización, ¿cómo ve la reforma de la Ley de Cajas que pretende precisamente eso?
-La percibo como el reconocimiento de un error que ha lastrado a algunas cajas, no a todas, durante los últimos 25 años, quizás porque antes se pensara que los intereses generales que procuraba una caja de ahorrros estaban salvaguardados por los intereses generales que defendían los partidos, cuando en el fondo lo que había, en muchas ocasiones, era un conflicto de intereses.

«No creo en un mapa financiero andaluz»

-¿Tiene sentido una fusión de cajas de ahorros por consigna política?
-No. Las fusiones inducidas por conveniencias que no sean las del mercado en muchas ocasiones están abocadas al fracaso.

-¿Existe un mapa financiero andaluz?
-Existe Basilea III [nuevas normas internacionales de contabilidad y solvencia]. Es el espejo donde debemos mirarnos. Yo no creo en eso del sistema financiero andaluz. El dinero no tiene fronteras.

-El río de la economía anda revuelto. ¿Los despachos de abogados tenéis buena pesca?
-No. Los despachos son más felices en épocas de bonanza porque te procuran más alegría al mercado, con más fusiones, adquisiciones, contratación, más operaciones en general, mientras que las épocas de crisis te procuran una actividad más vinculada a los problemas litigiosos y concursales. Es época de poda para que después broten las flores, aunque no brotarán a corto plazo.

-¿Es pesimista?
-Los pesimistas son los optimistas bien informados. Son años difíciles. La previsión de que Andalucía supere el 28% de paro no es para ser optimista. Los ajustes públicos no están todos y no queda más remedio que acometerlos porque tenemos una administración con una estructura elefantiásica y un exceso de capacidad.

-¿Qué semillas sembrar para el futuro?
-Para mí la confianza está en las nuevas generaciones, en los estudiantes, en mis alumnos, a eso me aferro, a la preparación, a la dedicación,... Ésa es la semilla, la educación, otra asignatura pendiente, aunque mejora. Este despacho, pese a la crisis, invierte mucho dinero en los jóvenes porque de ellos depende el futuro del despacho.

-¿Qué deficiencia principal tiene la educación?
-El alto grado de abandono que tiene la enseñanza pública. Me sorprende porque en Alemania la enseñanza de calidad es la pública, mientras que aquí te la proporcionan más los centros privados.

 

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