Morón de la Frontera ha sido una de las dos alcaldías que el PSOE ha logrado arrancar al PP. Sin embargo, a diferencia de Pilas, la lista socialista encabezada por Juan Manuel Rodríguez ha conseguido una minoría simple con la que poder gobernar, dejando atrás ocho años de gobierno popular. No obstante, han heredado una patata caliente. Tras el éxito de las pasadas elecciones, han tenido que enfrentarse a las deudas económicas de un ayuntamiento que está casi en ruinas.
-Tras ocho años gobernando el carismático Manuel Morilla con el PP, ¿se imaginaban que su retirada supondría también una mayoría simple del PSOE?
-Esperábamos un buen resultado por lo que decían las encuestas. Pero como no hay encuesta que valiera más que la del 22-M, queríamos ser cautos y no confiarnos. Todo apuntaba a un buen resultado y al final ha sido magnífico.
-Cuando han entrado se han encontrado una herencia envenenada por la grave situación económica, ¿tenían conocimien- to de estas deudas?
-Tenía un conocimiento exacto de la situación financiera, pero sólo lo que puedes conocer desde la oposición. Teníamos una radiografía de que la realidad económica era precaria. Sin embargo, cuando hemos empezado a gestionar nos hemos encontrado que no sólo heredamos la deuda sino aplazamientos de pagos, desde hace varios años, que provoca que algunos proveedores no crean en las posibilidades de pago del Consistorio. Tenemos deudas con Endesa, la Seguridad Social y Aqualia que se han aplazado y se han ocultado a la oposición y los ciudadanos.
-Entonces, ¿cuál es el estado real de las cuentas municipales?
-La deuda total entre bancos y proveedores supera los 40 millones de euros. Aunque la deuda es alta, lo peor es la desconfianza que se ha creado porque no se pagaba. Por ello, nuestra prioridad en estos días es recuperar la confianza dándole formalidad a los aplazamientos. También estamos asegurando el pago de nóminas y el pago a proveedores fundamentales.
-En campaña, incidió en que su despacho sería un lugar abierto a los ciudadanos. En sus primeros días, ¿ha sido posible?
-Mi prioridad desde el primer día fue trabajar por Morón, pero teniendo presente a los vecinos. Y se está haciendo. Llego a la casa consistorial a las siete de la mañana, antes de que venga nadie, y me voy más tarde que el último trabajador. Hasta he pedido las llaves del Ayuntamiento para ello. En un mes he recibido a tres delegados provinciales, he visto otros tantos en Sevilla y me he reunido con empresas importantes con proyectos. Y, por otro lado, hemos atendido a 300 moronenses y asociaciones.
-Sobre los proyectos, ¿qué medidas tiene pensadas para fomentar el empleo en Morón?
-Se creará un observatorio del empleo. Con él vamos a coordinar a la asociación de empresarios, los sindicatos y las administraciones públicas para que los proyectos que se realicen se canalicen a través del observatorio. De hecho, nos vamos a replantear los proyectos de obra que tenemos para generar más empleo. Lo estamos haciendo ya, de motu proprio, con las obras Pfoea de 2011, pero queremos implicar también a todos los organismos.
-Desde la oposición criticó la dejadez sobre los terrenos del futuro hospital. ¿Cuando estarán a disposición de la Junta?
-Estamos intentando desenredar la madeja. Hemos averiguado ciertos escollos que había y hemos tenido dos reuniones con la empresa encargada de modificar la calificación de los terrenos. La intención es tener los suelos a disposición de la Junta antes de septiembre, para que puedan trabajar cuanto antes sobre el hospital.
-No es el único escollo. ¿Qué pasará con el horno crematorio?
-Al entrar de alcalde, la primera reunión fue con la plataforma No al crematorio. Les comenté que intentaríamos dar transparencia al asunto, tanto con ellos como con la Justicia. También nos hemos reunido con la empresa Mémora, encargada de la gestión del servicio, a quien hemos puesto en conocimiento la idea de trasladar el horno crematorio. Ellos nos manifiestan que tienen una licencia otorgada legalmente, al menos hasta que no se pronuncie la justicia. Fue una primera toma de contacto donde no tuvieron un no rotundo.
