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"La dieta mediterránea que hoy día se promociona es un gran camelo"

el 22 jul 2011 / 19:52 h.

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José Andrés Navarro y Rosario Chávez, responsables de 'Gaia'.

Tienen el cartelito de pioneros colgado en la frente. Una semillería en San Juan de Aznalfarache abierta allá en 1972 fue el comienzo de todo. Primero José Andrés Navarro dominó las riendas empresariales, luego, su mujer, farmacéutica y naturópata, Rosario Chávez, dio forma al emporio. Hoy el centro ecológico Gaia -esquina de Trastamara con Juan de Vargas- es, con permiso del Alamillo, el gran foco verde de Sevilla. Un restaurante, una tienda y un centro de estudios son las tres piezas de un proyecto que defiende la ecología, la gastronomía vegetariana y los productos kilómetro 0.

-Esta ciudad hace sólo unos años era un páramo en el tema ecológico. ¿Cómo se vivía este universo en los años 80?
-Se vendían algunos productos ecológicos para el exterior. Pero aquí casi nadie sabía nada de este tema y a cada cliente que entraba por la puerta había que explicarle de qué iba todo esto.


-Pero todavía queda bastante por recorrer. ¿No les quema tener que dar tantas explicaciones de lo bueno que son los productos que venden?
-En absoluto. Creemos que forma parte de nuestro trabajo. A nosotros nos apasiona esto, de algún modo hemos creado el mundo laboral que nos gusta. Resulta llamativo pero en ocasiones entran clientes de edades avanzadas confesando que no saben cocinar. Y aquí se les abre un mundo absolutamente nuevo. Cada persona tiene su ritmo y nunca es tarde para empezar.

-Sevilla tiene fama de lugar difícil para casi todo. ¿También para implantar el lobby verde?

-Realmente lo difícil son algunas de las personas que la pueblan. Cuando abrimos el restaurante vegetariano pensamos que nuestros amigos nos ayudarían a levantarlo. Y no fue así. Algunos de ellos jamás han venido. Todo por la errónea idea de que comer bien pasa irremediablemente por la carne y el pescado. En este punto tenemos que decir que la dieta mediterránea que actualmente se promociona habitúa a ser un gran camelo; la auténtica es prácticamente vegetariana, libre de grasas.

-Dicen por ahí que ser vegetariano hace más feliz a la gente...

-Escucharse a uno mismo es la clave para ser feliz. Ahora bien, ser vegetariano es, en parte, la solución de muchos de los problemas de este mundo, ya que es la dieta más ecológica de cuantas existen.

-En su centro dan clases de yoga, medicina china, terapia craneosacral... ¿No están alimentando un poco el tópico del ecologista coñazo?

-No. Ese tópico, efectivamente, hay que desterrarlo. Pero hay que comprender que la vida es un pack, que tenemos y acostumbramos a ser coherentes con nosotros mismos. Probablemente si eres vegetariano acabarás dejando el alcohol, no fumarás y no te gustarán las corridas de toros. Y quizás encuentres en las terapias alternativas una parte fundamental para hallar la felicidad.

-Llevan muy a gala, en el restaurante y en la tienda, que ustedes promocionan los alimentos de Kilómetro O. ¿Están más ricos que otros?

-Sin duda. Kilómetro 0 no es otra cosa que intentar consumir productos cultivados cerca de donde vives. Además es una forma de promover la riqueza dentro de tu zona, conocer los productos autóctonos y disminuir el impacto medioambiental que producen los transportes. La dieta macrobiótica -que no consiste precisamente en ingerir algas como algunos creen- dice en esencia que hay que alimentarse con productos que estén en un radio de 150 kilómetros desde donde uno se encuentra: son los que tienen tu misma energía y van con la climatología del lugar en el que vives.

-He visto al entrar que también vende piñas de Ghana...
-No vemos ningún problema en ello. Si no puedo conseguir piñas ecológicas en Brenes y resulta que en el corazón de África hay unos señores que trabajan la tierra y hacen un gran producto, sano y libre de pesticidas, creo que nuestra labor es la de darles todo el apoyo que sea posible.

-Su restaurante es el primero en España en catalogarse como ‘Slow Food' (comida lenta). ¿Guerra abierta a McDonalds?
-Nada de eso. Hacen falta tres requisitos para ser ‘slow food': bueno, limpio y justo. Así que Gaia era un restaurante ‘slow food' mucho antes de que supiéramos que este concepto existía. No usamos microondas, utilizamos utensilios de cocina de acero quirúrgico y titanio que son totalmente asépticos. En nuestro local son sostenibles hasta las cacerolas.

-En internet las reseñas del restaurante son muy positivas... pero en algunas pocas subyace una queja. Tardan en servir...

-Nos alegra que nos digan que somos lentos. Eso significa que después de tantos años en el negocio seguimos tomándonos el tiempo necesario para llevar a la mesa un plato que tenga la calidad a la que nosotros aspiramos.

-Primero fue la tienda , luego el centro y finalmente decidieron atender a comensales. ¿Por qué en ese orden?

-Porque el restaurante es la guinda, significa mostrar a la gente que es posible llevar a la vida cotidiana la propuesta gastronómica que defendemos. Además es una satisfacción ver cómo muchos turistas extranjeros vienen al local en busca de una comida que, por desgracia, no es todo lo común que debiera por aquí.

-Rosario, usted es la responsable del Centro de Estudios Alternativos. Esperaba encontrarla cruzada de piernas en un puf y la veo en un despacho muy serio. ¿Quiere imponer respeto?

-Para animar a la gente a que haga el viaje desde la medicina occidental a las terapias más energéticas se necesita una estructura similar. Pero una cosa es clara: yo no practico la medicina convencional, sí la medicina del alma. ‘¿Qué quiere tu cuerpo expresar?' es la pregunta clave.

-Vamos a poner un caso práctico. Me desperté con el ojo muy rojo. El oculista me mandará un colirio. ¿Usted que me recomendaría?

-El cuerpo le está manifestando algo que no es saludable. A través de la medicina del alma buscaríamos qué es lo que ha sucedido en su mundo emocional para que su cuerpo se encuentre, en este momento, en desarmonía. Podría darle alguna solución homeopática mientras trata de averiguar qué sucede en su interior.

-Tal y cómo lo cuenta las espadas de los médicos convencionales estarán en alto...

-No lo creo. En todo caso el que saldría perdiendo sería el paciente. Para mí la curación está únicamente en la mano y al alcance de la persona que padece el dolor.

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