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Economía

La dimisión de Quintás revela una gran división en las cajas

Se aplaza al 20 de abril la elección del nuevo presidente de la CECA tras una tensa reunión en Sevilla

el 17 mar 2010 / 19:13 h.

La elección del sustituto de Juan Ramón Quintás en la presidencia de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) será tormentosa. De la reunión de su consejo de administración de ayer, celebrada en la sede de Cajasol en Sevilla, surgió una clara división sobre quién ha de llevar las riendas y, de hecho, no hubo un único candidato -el presidente de Ibercaja, Amado Franco, el hombre de Quintás y el que suscitaba mayor consenso-, sino hasta cinco. ¿Resultado? La dimisión de Quintás, aceptada por el consejo, que deja las funciones ejecutivas de la patronal en manos del director general, José Antonio Olavarrieta, y las representativas, en las del presidente de La Caixa, Isidro Fainé, hasta que el próximo 20 de abril se aborde la votación definitiva.

Grandes o medianas. No es baladí el que sea uno u otro directivo. Al margen del proceso de reestructuración en el que están inmersas las cajas, este sector será sometido a una nueva ley nacional, sobre la que lleva meses trabajando el Ministerio de Economía, de ahí que el Gobierno aspire a situar en la presidencia de la patronal CECA a ejecutivos de grandes cajas de comunidades socialistas, y esta sugerencia no la cumple el nombre mediano postulado por Quintás, quien, por lo demás, ha elevado el tono de sus críticas respecto a la intervención de los políticos en esas entidades y en las fusiones.

En una precipitada comparecencia ante los periodistas, Quintás les ocultó su dimisión, que fue confirmada bien entrada la tarde por fuentes financieras, tras trascender por la mañana que había amagado con hacerlo. No fue un amago, sino una dimisión en toda regla para, así, acelerar el proceso de sucesión, tras un tenso encuentro en el que constató que no podía dejarla atada y bien atada. La importancia de los "temas del futuro" pesaron más.

Por un voto. Sin revelar su decisión, Quintás restó importancia a la división interna, recordando que siempre la hubo en los comicios a la CECA -"por un solo voto gané yo"-. Una cara valió en su caso más que mil palabras -también las de Olavarrieta y Antonio Pulido, el presidente de Cajasol y anfitrión de los cajeros-. Su semblante, después de tres largas horas -con plantón de una a los periodistas- sugería otra cosa al discurso del aquí no pasa nada, ya que hasta hace sólo una semana su candidato Amado Franco era el elegido.

Y aunque precisó que se había decidido ayer dejar la votación para el 20 de abril, lo cierto y verdad es que tal aplazamiento de un mes ya lo daban por seguro en la víspera fuentes financieras consultadas por este rotativo. ¿El motivo? Hay quienes aún estaban orquestando una ofensiva frente al candidato oficial bajo la batuta de Braulio Medel, el presidente de la andaluza Unicaja, para elevar a su homólogo en La Caixa o a él mismo al máximo sillón de la CECA.

Candidatos. En descargo de ambos -Medel ya fue una vez presidente de la patronal, aunque aseguró recientemente que nunca segundas partes fueron buenas- hay que tener en cuenta los cargos que ya acumula el primero y la compleja fusión con Cajasur que está afrontando el segundo. Sus trayectorias en las finanzas son muy amplias, si bien para ese cargo en la CECA también se postulan, además del presidente de Ibercaja, los de Cajastur (Manuel Menéndez) y Caja Murcia (Carlos Egea), aunque con menos posibilidades. En un lado, grandes cajas; en el otro, medianas. ¿Qué parte representa mejor al conjunto del sector? Fueron los términos en los que Quintás planteó la discusión.

"Conviene que nos posicionemos cuanto antes", admitió el dimitido presidente de la CECA, quien aseguró que no le importaba el número de candidatos, pero sí que, una vez elegido, todas las cajas españolas adopten la formación de tortuga, a base de escudos, utilizada por las legiones romanas para hacerse invulnerables. "Que la minoría se pliegue a la mayoría".
En el encuentro de Sevilla no hubo líder que, a vista de pájaro, suscitara una mayoría holgada. Y por eso no se votó, alegó Quintás. Hubo incluso un presidente que intervino cuatro veces y lo invitó a no interceder. Tensión y dimisión. Quintás, de 67 años, se va voluntariamente para que un nuevo presidente aborde las negociaciones de la reforma legislativa del sector. Estaba prevista su salida, sí, pero la renuncia de ayer revela división.

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