Jóvenes al día

La discapacidad no es un obstáculo para trabajar

La integración laboral de discapacitados intelectuales es todavía una tarea pendiente para la mayoría de las em presas en España. Estas personas pueden realizar trabajos adaptados a sus condiciones particulares al igual que cualquier otro empleado

el 30 oct 2014 / 12:00 h.

E l empleo es una de las mayores preocupaciones de los jóvenes españoles y andaluces en la actualidad. Las dificultades para acceder al mercado de trabajo se incrementan aún más entre colectivos en desventaja como las personas con discapacidad intelectual. Empresas y asociaciones crean convenios de colaboración para que estos jóvenes pueda hacer prácticas en sus empresas, facilitando la inserción laboral mediante el ofrecimiento de un puesto de trabajo que se adapte a sus posibilidades y que en muchos casos supone una puerta de entrada a un trabajo. Es el caso de Macarena Cansino, una joven de 29 años que sufre una discapacidad intelectual y auditiva que limitan sus capacidades en un 60%. Desde pequeña tuvo problemas para hablar y empezar a reproducir sonidos por su sordera a la par que dificultades para aprender a leer y escribir por su discapacidad intelectual. En el aspecto psicomotor, Macarena no tiene una coordinación física ajustada, lo que hace que sea lenta en sus movimientos. A pesar de todo, esta joven luchadora no se ha rendido en su vida. Las limitaciones con las que nació no fueron más que un motivo para pelear aún con más fuerza y a día de hoy es una persona totalmente integrada como trabajadora de una de las tiendas de moda que la marca Kiabi tiene en Sevilla. Llegó a su actual trabajo a través de unas prácticas que gestionó mediante la Federación de organizaciones a favor de personas con discapacidad intelectual (Feaps) Andalucía. Lleva tres años como vendedora de la sección infantil. Cada mañana Macarena coge dos autobuses que la trasladan desde el sevillano barrio de San Bernardo hasta el parque comercial Vega del Rey de Camas, invierte casi una hora en el trayecto. Pero no le importa, porque le encanta su trabajo: «Ordeno la ropa, la coloco en su sitio y también ayudo a los clientes que me preguntan cualquier cosa o hago pedidos a otras tiendas». Está muy feliz de tener un trabajo y eso se nota en la sonrisa con la que cada mañana acude a la tienda. Para entrar en el programa de prácticas tuvo que realizar cursos impartidos por la Feaps sobre atención al público, habilidades sociales o cómo defenderse ante una entrevista de trabajo. Su paso por la tienda ha ido sobre ruedas desde el principio ya que es muy responsable y entregada con su trabajo y tiene muy buena relación con sus compañeros: «Siento que me tratan como al resto de compañeros, también realizo las mismas tareas que ellos, soy una más». En su tiempo libre le gusta tocar la guitarra, acude a una academia donde recibe clases. También le gusta salir con sus amigos como a cualquier joven de su edad. El dinero que gana lo invierte en un especialista en logopedia: «Antes no sabía leer ni escribir, aprendí con la logopeda. Ella me ayuda mucho y eso me sirve para mejorar en muchas cosas. Ahora me siento muy feliz de poder leer y escribir, además de tener un trabajo». No se olvida de su familia, a la cual agradece su ayuda constante y su entrega total desde el día en que nació. jovenes EMPRESA INTEGRADORA. Antonio Repullo es el director de la tienda de moda Kiabi de Vega del Rey. Piensa que las personas con discapacidad están totalmente capacitadas para realizar este tipo de trabajos al igual que lo hacen el resto de personas. Centrándose en Macarena, dice que lleva tres años en la tienda y es una compañera muy valorada y querida por todos sus compañeros y que nunca ha dado ningún problema relacionado con el ejercicio de su trabajo: «Es autónoma e independiente y muy amable en el trato con los clientes». Destaca que la diferencia de rendimiento entre una persona con discapacidad y una persona que no la tiene es insignificante. «Cuando Macarena empezó a trabajar con  nosotros tuvimos miedo de no poder integrarla y que eso supusiera una decepción para ella, pero su rendimiento nos sorprendió muy positivamente y empezamos a contar con ella para muchas más cosas de lo que en principio nos planteábamos», comenta el director. En la tienda de Kiabi donde trabaja Macarena ha habido cinco trabajadores con discapacidad intelectual durante el tiempo que lleva en funcionamiento. En la actualidad tres miembros de la plantilla sufren este tipo de deficiencia. La integración de las personas con discapacidad en los equipos de trabajo de Kiabi forma parte de la política de empresa a todos los niveles y es prueba del compromiso de esta institución con la sociedad. «Intentamos devolver  lo que la comunidad nos da al confiar en nosotros para realizar sus compras y qué mejor forma que esta», plantea Repullo. Dice que «la discapacidad no es un obstáculo ni una ventaja, es un hecho». Con una formación adecuada y con refuerzo, estas personas pueden aprender las tareas que requiere su trabajo y pueden desempeñarlo de forma correcta. Macarena es motivo de «orgullo» para el equipo de trabajo al completo: «Nos transmite mucha alegría y eso siempre ayuda a crear un ambiente mucho más positivo en la tienda». Las condiciones laborales de estas personas y el tipo de contrato son los mismos que los de cualquier trabajador, también cobran lo mismo. La única diferencia son las bonificaciones que la empresa recibe por este tipo de contrataciones.  Éstas se traducen en reducciones a la seguridad social y sobre el impuesto de sociedades. Dependiendo del tipo de contrato y la duración de éste, además del grado de discapacidad, las cotizaciones variarán. En líneas generales, las personas con discapacidad intelectual tienen mayor bonificación que otros tipos de discapacidad. CONTEXTO FAMILIAR. Javier Cansino es uno de los hermanos de Macarena. Asegura que ésta siempre ha recibido el mismo trato que el resto de miembros de la familia: «Nunca hemos tenido un trato distinto con ella a causa de su discapacidad y eso la ha llevado a superarse a sí misma con el paso del tiempo y a vivir su hándicap con total normalidad». Desde casa siempre tuvieron claro que  había que normalizar la situación de Macarena, ya que eso la ayudaría no sólo a ella con su vida futura, sino al resto de la familia. «El aprendizaje fue lo más duro que tuvo que afrontar», destaca su hermano. Aprender a leer y escribir fueron tareas difíciles para ella, además al principio no estuvo en un centro de educación especial y eso hizo que sus necesidades educativas especiales no estuvieran siendo atendidas como deberían. Además tuvo obstáculos en la integración según cuenta Javier: «Los niños no la trataban como una igual, eso en vez de aislarla la ayudó a sacar rabia y  superarse». A pesar de ser consciente de su discapacidad, manifiesta que se siente más cómoda entre personas que no la tienen. Esto según plantea Javier puede ser debido a la normalidad con la que ha sido tratada en todo momento: «La mayoría de sus amigos son personas normales». La familia de Macarena lleva muy bien su incorporación a la empresa en la que trabaja. Para su hermano, esto no sólo le aporta independencia económica para afrontar sus gastos personales, además el trabajo la ha hecho más habilidosa, comunicativa y comprensiva con el resto de personas, incluida su familia. «Los periodos que no ha trabajado y ha permanecido en casa han repercutido en su ánimo y su carácter», revela. Macarena ahora es mucho más autónoma, «aunque en realidad siempre lo ha sido», subraya su hermano. Puede cocinar, utiliza el transporte público e incluso realiza sus propias gestiones en el banco. Javier confiesa que nunca creyó que su hermana fuera a llegar hasta donde ha llegado: «He visto a muchas personas con su discapacidad que llegados a un límite no han podido dar más de sí, en su caso me he sorprendido porque aún no ha llegado a ese punto en que podamos situar su tope, vive un estado de superación constante». Macarena siempre ha tenido referentes de personas normales, es por eso que su hermano plantea que en un futuro la ve independizándose, incluso viviendo con su pareja. «Haciendo en definitiva una vida totalmente normal», concluye. TEJIDO ASOCIATIVO. Feaps Andalucía trabaja con el colectivo de  personas con discapacidad intelectual y del desarrollo. Ayudan a mejorar la incorporación laboral de personas con discapacidad intelectual en empresas convencionales desde principios de los años 90. María Viejo, coordinadora del área de Empleo de Feaps, explica que los programas que ofrecen son financiados por  Andalucía Orienta y Acompañamiento a la Inserción y Experiencias Profesionales para el Empleo (EPES), dependientes del Servicio Andaluz de Empleo y por el Fondo Social Europeo. Estos proyectos tienen como objetivo la mejora de la empleabilidad entre estas personas discapacitadas (mayores de 16 de años e inscritas como demandantes de empleo en el SAE). En la actualidad destaca que están atendiendo a una media de unas 3.500 personas en Andalucía al año. «Cuando una persona accede a la unidad de orientación se  realiza una entrevista en profundidad, a la persona y también a su familia. A partir de ahí, se empiezan a definir las acciones que se llevarán a cabo para poder alcanzar el objetivo profesional o formativo que la persona ha definido», detalla María. La Feaps realiza un proceso formativo con sus usuarios a través de sesiones de refuerzo de habilidades sociolaborales y técnicas de búsqueda de empleo que pueden ayudar para la empleabilidad. «Nuestro objetivo  este año es que 680 personas con discapacidad intelectual realicen prácticas en empresas durante dos meses de duración», concluye.

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