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La duquesa descalza (y el pueblo palmero)

Lo de la boda ha sido como una inversión en antipublicidad de lo que queremos vender de Andalucía.

el 06 oct 2011 / 21:27 h.

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A ver si les suena la escena: la noble se acaba de casar y, en plena celebración, le pega un regate a sus invitados de alto copete para irse a bailar con el pueblo llano, y como es una española de rompe y rasga de sangre ardiente se quita los zapatos porque así es como hay que danzar si se está en modo jarana. Pues efectivamente, es La condesa descalza, la película en la que María Vargas, una bailaora española metida a actriz, bellísima ella (eso de que Ava Gardner le pusiera cara ayudaba mucho, las cosas como son), se desposaba con el señor conde Vicenzo Torlato-Favrini, de rancio abolengo y con un lema familiar que no es que se curraran mucho, la verdad: Lo que será, será. No es muy sesudo, vale, pero es una verdad más grande que el palacio de Dueñas, donde el miércoles la realidad se empeñó una vez más en copiar a la ficción para superarla. Las escenas se calcaron pero la de aquí fue mucho más completa, dónde va a parar, con un ejército de 200 periodistas rindiendo honores y un pueblo muy entusiasta en su papel de alegres figurantes .

Parafraseando el noble lema, ¿qué será ahora tras tan insigne enlace? Pues que una vez más habremos ahondado en la imagen palmera y de pandereta que luego tan bien sabe aprovechar el Artur Mas de turno . Vaya por delante que en este caso no es tanta la culpa de la duquesa de Alba, porque la mujer no ha podido ser más discreta, con sólo 40 invitados, otra cosa es que tocara a cinco periodistas por convidado. Y se ha casado en su casa, que ya sé que para romper el tópico y mostrar la otra Andalucía habría venido muy bien que lo hiciese en Aerópolis y con el ensamblaje del A-400M de fondo, pero si uno tiene un palacio digo yo que no es cosa de desaprovecharlo.

Tampoco es de criticar que se formase el remolino que se formó ante la puerta de Dueñas, porque ese jaleo se habría montado igual en Soria y en Barcelona: gente disfrazada, curiosos en general, personal ansioso de rozar a un VIP aunque sea con la mirada, paisanos que aprovechan la ocasión para dar a conocer su arte o su habilidad se vieron así, a manojitos, en la muy británica boda de Guillermo y Catalina celebrada en el glamuroso Londres. ¿Que son unos frikis? Que cada cual le ponga los adjetivos que quiera, yo bastante tengo con decidir si el mejor capitán que ha tenido la nave estelar Enterprise, la de Star Trek, ha sido James Kirk, el de la serie original, o Jean-Luc Picard, el de la nueva generación. Es decir, que para gustos, los colores.

¿A qué viene entonces esta diatriba? Pues a que puede que no sea culpa de nadie, o que lo sea de todos, pero lo cierto es que aotra vez nos hemos ajustado al tópico como a un guante y bien que nos lo han comprado desde fuera, donde han pregonado que Sevilla entera se fue a la boda, que menos los de IU (que son unos rojos desfasados) toda la ciudad se entregó en cuerpo y alma a su duquesa, que mira la de gente que había y eso que era a media mañana de un día laborable. Ya puedes gritar que era una minoría, que ni la ciudad ni los relojes se pararon, que la Virgen de los Gitanos no salió en procesión extraordinaria que te dicen que sí, que vale. Y aunque sospecho que ganas no le faltó a más de uno, menos mal que no hubo ningún político local-regional, que entonces ya habría sido para morirse.

El problema no es que nos planten una boda de tronío en pleno Centro ni que nos agolpemos para verla, que insisto en que también lo harían en Palencia, sino la imagen de entrega absoluta con la que lo hacemos. Se acerca un micrófono y es como si quisiéramos ajustarnos a lo que esperan de nosotros, nos hacemos los graciosos a reventar porque si no parece que no estamos a la altura, que vamos a defraudar al entrevistador de turno. Y hasta exageramos el acento, que esto parece algunas veces una comedia de los Álvarez Quintero. Hablamos y tenemos que soltar un chiste, una gracia, un chascarrillo ingeniosísimo que para serios ya están los de Burgos. Y uno se imagina al honorable Artur Mas, que se ha grabado la boda porque a esa hora tenía lío, viéndola después en DVD y dándole codazos a Duran y Lleida, diciéndole no ves, si es que no puede ser.

Lo que será, será. Pues sí, y así nos va. Media hora de bodorrio el miércoles sepultan las imágenes de tecnópolis, células madre, aeronáutica, campus de excelencia y lo que le echen. Esto ha sido una inversión de las rentables en antipublicidad, de las que perduran en el tiempo, llegarán las vacaciones de verano y si salimos fuera lo primero que nos preguntarán es si fuimos a la boda. Y diremos que no, pero ya aprovecharemos para contar la última gracia sobre la duquesa. Porque es lo que esperan de nosotros y no es cosa de defraudar, ¿no?

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