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La ecuación humana

Por un error de una de las empresas a las que compro habitualmente libros vía Internet, he recibido un paquete cuyo destinatario original era un individuo residente en Sydney, Australia. Una persona de la que desconozco todo y con el que probablemente sólo compartiré en el futuro el pertenecer a la comunidad anónima de compradores por la red.

el 15 sep 2009 / 07:40 h.

Por un error de una de las empresas a las que compro habitualmente libros vía Internet, he recibido un paquete cuyo destinatario original era un individuo residente en Sydney, Australia. Una persona de la que desconozco todo y con el que probablemente sólo compartiré en el futuro el pertenecer a la comunidad anónima de compradores por la red.

Un envío en el que abundan los libros sobre modelos de gobierno de la empresa, la creación de redes que generen valor, arquitecturas de sistemas de gestión, psicología de la persuasión en las organizaciones, un par de clásicos de Peter Drucker. Publicaciones convencionales para gestores empresariales. Pero entre las obras recibidas por error sobresalía un voluminoso tomo, de un autor para mi desconocido cuyo nombre como mínimo invitaba a alejarse precipitadamente de su obra.

No obstante, a pesar de las apariencias, Jeffrey Pfeffer disfruta de una biografía notable y ofrece un ensayo cuyo título me arrastró de forma compulsiva a su lectura. Como si se tratase de algo clandestino, con la natural delicadeza por su futura e inevitable devolución, devoré en unas cuantas horas sus páginas. La ecuación humana. Un título seductor que destacaba entre tanto título directo, arrogante, simple, del resto de obras seleccionadas por mi desconocido amigo de las antípodas.

Aparentemente un ensayo más, sobre compañías como Volkswagen, Apple, United Airlines, algunos bancos alemanes y norteamericanos, pero que a pesar de las apariencias contenía una teoría interesante para los tiempos que corren.

Sostiene Pfeffer que la sabiduría que deviene exclusivamente de la experiencia puede acabar siendo letal para las organizaciones. Con la fe inquebrantable en el corto plazo. La creencia infinita en las virtudes del sentido común. Sin sensibilidad por los cambios del entorno. Abusando de la idea de normalidad y dificultando lo extraordinario. Un cuadro peligroso que nutre la decadencia de las instituciones. Pfeffer argumenta que los principios de equilibrio, seguridad, prudencia, aplicados de forma absoluta, suponen una barrera infranqueable para una visión estratégica.

Porque no es posible un futuro que no esté fundamentado en la capacidad y voluntad de las personas para romper periódica y pacíficamente con las inercias. Porque sobrevivir exige aceptación de la discontinuidad, negación de la idea de progreso lineal, imaginación y voluntad de superación.

Una teoría francamente útil para comprender los éxitos y los fracasos, desde la óptica de las resistencias al cambio. Un enfoque identificable en los argumentos de Zapatero y Rajoy para justificar sus arriesgados cambios en el poder interno de sus partidos. Ambos con realidades diferentes, pero con una misma lógica de necesidades.

Gracias a ese afortunado error postal, he comprendido mejor cuando el escritor Norman Mailer decía que "la democracia es enemiga de la seguridad". He confirmado que el futuro será peor sin voluntad de renovación y cambio. Es la lógica irrefutable de la ecuación humana.

Abogado

opinion@correoandalucia.es

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