Reescribiendo su historia a su manera, a la Alameda de Hércules le ha llegado la edad de bronce en pleno renacimiento. 17 enormes esculturas metálicas de Manolo Valdés pensadas para ser vistas y tocadas. Una apuesta "arriesgada" que busca la participación de la gente. Igual que la Alameda.
Cinco meninas inspiradas en las de Velázquez de hasta dos metros y medio de altura; una Dama de Elche de más de tres; la cabeza de la Ariadna mitológica, con el hilo que guió a Teseo para salir del laberinto sobre su cabeza como si fuera un tocado; y así hasta 17 enormes figuras del valenciano Manolo Valdés descubiertas en la Alameda, donde estarán hasta el 20 de enero gracias a la colaboración de la Fundación La Caixa, que lo sufraga.
Una exposición para "ciudadanos paseantes y pensantes", como la definió el alcalde en su inauguración, que servirá de símbolo de que el bulevar podrá ser disfrutado como "espacio de convivencia" tras las obras de peatonalización. Para dar ejemplo, las esculturas convivirán y podrán "dialogar con las columnas de Hércules". El germen de la idea, recordó, estuvo en la buena acogida de la muestra de Igor Mitoraj con la que se estrenó la Plaza Nueva, también tras su peatonalización. Tanto gustaron, que dos volverán en breve a Sevilla, porque el Consistorio se decidió a comprarlas.
Según la comisaria de la muestra, Violant Porcel, es una exposición de "escultura táctil", compuesta por figuras de enormes dimensiones plagadas de "grietas y hendiduras en su superficie que invitan a tocarlas", con las que el artista trata de buscar la complicidad del espectador.
Las grandes cabezas de extraños tocados y sombreros despiertan las mayores críticas, mientras que las meninas y la Dama, inspirada en la de Elche, se revelan como las favoritas.