-Los parados llenan las academias para completar la formación. ¿Ocurre lo mismo en esta escuela de negocios?
-La falta de oportunidades en el mercado de trabajo lleva, efectivamente, a una mayor exigencia respecto a los perfiles profesionales, de ahí la también mayor necesidad de formación y diferenciación en el currículum. Pero en épocas de crisis todas las decisiones de inversión, entre ellas las de formación, que no tiene réditos inmediatos, se retraen.
-¿Cómo esquiva la EOI el recorte?
-Con un esfuerzo en tres ámbitos. El primero, una política de precios contenida, con tres años ya de congelación de matrículas, a la vez que facilitando financiación para los programas, incluso con el aval de la EOI, y becas. El segundo, reforzando el departamento de carreras profesionales, es decir, la interacción con el mercado de trabajo, con más recursos y personas. Por último, y pensando también en la empleabilidad de los alumnos, apuesta decidida por lo digital.
-¿Y la empresa está recortando en exceso la formación de sus trabajadores?
-Hasta ahora me había referido a los alumnos que vienen por su cuenta. En las empresas sí, se nota ese ajuste, pero en nuestro caso conseguimos incrementar la actividad en 2010 y para 2011 las expectativas hablan de mantenimiento o ligero crecimiento. La clave, insisto, estriba en hacer las cosas de forma diferente, y la introducción de nuevas tecnologías permite más por menos, y aquí entran las sesiones emitidas en streaming, el aprendizaje de los alumnos a través de blogs,...
-Suena a salto a la red...
-Sí, en internet no se está, se es. Todos los participantes tienen un blog, todos sus contenidos se alojan en la red... La propia formación de la escuela sale del aula, con un aprendizaje a través de múltiples canales. Por ejemplo, contar en un blog qué aprende cada alumno. Éste se va creando, además, una reputación digital, una habilidad adicional para los nuevos nichos del mercado laboral on line y un complemento para el currículum. Todo esto requiere inversión en sistemas, en plataformas virtuales, etcétera, más una obsesión por las habilidades directivas, el trabajo en equipo, el liderazgo,... Y, por supuesto, con toda la formación impartida por profesionales. Ésta es una escuela apegada a la realidad, a la práctica, no sólo enseña el qué, sino también el cómo.
-¿Los profesionales son mejores profesores que los catedráticos?
-Para nosotros, sí. Valoro más, y así lo hace el mercado laboral, una formación práctica, una formación basada en la experiencia, que una formación académica. En la EOI tenemos a profesionales formando a profesionales, y profesionales que han sido formados por profesionales. Profesores en los que la actividad docente no es sino un apéndice de su actividad profesional, que se someten clase a clase a una reválida y no tienen garantizado el puesto de por vida. Esta decisión nos penaliza en los rankings que valoran más los doctorados o papers, pero preferimos pagar el coste y que nuestro valor se reconozca en el mercado.
-¿Existe una excesiva preocupación en el ámbito de la educación por escalar en las clasificaciones? Pienso, por ejemplo, en el informe PISA...
-La educación es aún una de las asignaturas pendientes de Andalucía y España. ¿Por qué no llevar al ámbito educativo la excelencia internacional que hemos alcanzado, por ejemplo, en el sistema sanitario? La educación es la mejor política económica e incluso de cohesión social. Es el PIB del mañana. Creo que es un tema fundamental y todos deberíamos ser muy exigentes.
-¿Los alumnos procedentes de las universidades llegan a la EOI mejor o peor preparados que años atrás?
-En algunos casos, sí, detectamos un menor nivel de preparación que tenemos que compensar. Conceptos como el trabajo, el rigor, la profesionalidad o la honestidad tienen que volver a nuestro acervo diario. Cada vez es mayor la diferencia entre las capacidades y competencias que traen y las que demanda el mercado de trabajo. Las empresas necesitan personas con iniciativa y que aporten nuevas ideas. La primera pregunta a la que se va a enfrentar un egresado cuando se incorpore al mercado de trabajo va a ser: Y usted, ¿qué sabe hacer?
-Esta escuela se ha caracterizado siempre por ofrecer formación a sectores empresariales específicos. ¿Cuáles son sus apuestas?
-La energía, sobre todo la renovable, el medio ambiente, la agroindustria, la aeronáutica, las industrias creativas y la economía social. Junto con el turismo, son los grandes pilares de la economía andaluza, de ahí que les prestemos suma atención.
«No se gana nada con pesimismo. Hay salidas»
-La EOI ha puesto en marcha una factoría de innovación ¿Qué es?
-La innovación es una de las recetas para salir de la crisis. Sus ratios en Andalucía son aún muy inferiores a las nacionales y europeas y dos terceras partes de la inversión procede del sector público y sólo una tercera, del privado, cuando en la OCDE los porcentajes respectivos son del 28% y el 72%. Existe, pues, un claro déficit de innovación en la empresa, y sobre ella debemos trabajar para que implante una cultura innovadora y que ésta sea, al igual que la de recursos humanos, la financiera o la comercial, una política de gestión. Hemos simulado un gimnasio donde la empresa tiene un entrenador personal que, a partir de sus necesidades, le elabora un plan de entrenamiento con diferentes fases y diversas actividades.
-Gimnasia directiva...
-Se orienta hacia directivos y pymes. No sólo tratamos la innovación en productos, también en procesos, organización y comercialización. La factoría ya está en marcha. El programa piloto, que ha arrancado con 34 empresas, finalizará en marzo.
-Usted está en contacto con alumnos, profesionales y empresas. De sus conversaciones, ¿cabe concluir que estamos ante una recuperación?
-Tengo plena confianza en nuestras capacidades como país, como región. Con pesimismo no ganaremos nada, hay que buscar oportunidades de negocio, y eso es lo que trato de transmitir en la EOI. Saldremos de esta situación, pero la anterior no volverá.
La crisis ha traído precisamente una vuelta a valores que nunca debieron dejar de regir los comportamientos individuales, colectivos y globales: la honestidad, el compromiso, el trabajo y el rigor. Si a esos valores les añadimos dimensiones como la revolución digital, la globalización, el impulso de una cultura de la innovación en la empresa, la sostenibilidad o la iniciativa emprendedora tendremos las claves para salir antes y en mejores condiciones de la crisis.