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“La elección de un libro es la elección de la libertad”

Caballero Bonald repasó hitos de su vida y de su obra junto a Antonio Lucas y Rodríguez Marcos en una Pérgola llena hasta la bandera

el 08 may 2013 / 23:00 h.

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Se puede ver en Youtube: Caballero Bonald, último premio Cervantes, saluda a Juan Carlos I. El monarca exclama: “Estás mejor que yo”, y él responde: “Pues yo estoy en las últimas...”. Lo recordó entre risas el escritor jerezano ayer, en una Pérgola de la FLS llena hasta la bandera, durante el coloquio que mantuvo con los críticos Antonio Lucas y Javier Rodríguez Marcos. Caballero recordó su experiencia entre políticos y gente notable como “momentos de grata incomodidad”, y aprovechó para denunciar que “España es el único país de Europa que confunde adversario con enemigo”. Empezó el autor de Agata ojo de gato hablando de libertad, y recordando que en el discurso de acogida del premio Cervantes la usó reiteradamente porque “frente a los desmanes y las condiciones que nos están imponiendo, la palabra libertad significa mucho, es un muro de contención contra la depravación”, aseveró. Caballero Bonald recordó sus primeras influencias como poeta, desde los barrocos españoles a los maestros del 27, especialmente Cernuda y Lorca, pasando por Juan Ramón Jiménez, “mi maestro de siempre, un ejemplo que seguí muy a rajatabla”, dijo. “Con este bagaje empecé a escribir hace 60 o 65 años, y todavía no lo he olvidado. Me dejaron la impronta de la palabra buscada meticulosa, despaciosamente, porque la palabra es la que hace el poema”. Al hilo de esto, explicó que “un poema no se termina nunca de corregir, siempre se me ocurre la sustitución de un adjetivo, no acabo de verlo redondo, hay que volver a leerlo todo... Pero con los años me he ido olvidando un poco de esas manías persecutorias”, comentó, para añadir a renglón seguido: “La palabra en un poema debe significar más de lo que significa en el diccionario. Pero para conseguirlo hace falta mucho ejercicio”. También quiso compartir, a petición de Lucas, su idea de Andalucía, una idea “que durante un tiempo se diluyó, pero la recuperé pronto”, recordó. “Lo que más detesto son los andaluces profesionales, esos que se dedican a los florilegios naturales y espirituales como consecuencia de un mal histórico, que son los viajeros románticos, aquellos que hicieron prevalecer todos los tópicos sobre esta tierra. Escribí mi primera novela, Dos días de septiembre, enfrentándome a ellos, y a una sociedad con la que no estaba nada de acuerdo, como crítica a una clase injustamente dominadora que, aunque no la nombre, era la que gobernaba entonces Jerez”. Jerez, su ciudad natal, le dio también la revelación del flamenco. “Me atrajo mucho la marginación de esa música popular suntuosa, que nacía en la pobreza máxima, en las cuevas, en las casas humildes de Triana, de Lebrija, que era utilizada como elemento exótico en fiestas de señoritos, y que estaba muy mal vista por ciertos sectores por vincularse a los ambientes prostibularios y tabernarios. Costó mucho sobrepasar esas trabas sociales para que el flamenco apareciera como esa música espléndida de Andalucía la Baja”. No quiso Caballero Bonald terminar sin hacer una referencia a la relación que para él siempre tuvieron la libertad y la vida nocturna (“la noche era la posibilidad de estar en contra de lo retrógrado, de la desobediencia”) y los libros: “La libertad es el amor máximo del ser humano. El que no es libre no vive plenamente, eso es algo que yo he aprendido en los libros y en la vida. La elección de un libro era para mí la elección de la libertad, por eso libro y libre se parecen tanto”.

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