Durante un tiempo, una parte importante de españoles tuvieron metida en la cabeza la pieza de Víctor Manuel titulada Canción para Pilar, que sigue siendo hermosísima. Pilar Miró, con la que Sevilla mantiene una deuda, creía que el asturiano la había compuesto para reconocerle los riesgos que corrió introduciéndolo en programas de Televisión Española en los que ella trabajaba como realizadora. Estaba equivocada, la Pilar de la composición es Ana Belén, que ése es su verdadero nombre.
Sin embargo, la certeza de los riesgos fue confirmada cuando Víctor Manuel tuvo que exiliarse para evitar el castigo de la dictadura a quienes luchaban contra ella. Dicho de otra manera, por su tarea favorable a esta democracia en la que Miguel Ángel Rodríguez puede manifestarse como auténtico fascista al denostar aquella labor clandestina y de paso arremeter contra Comisiones Obreras como si el sindicato fundado por Marcelino Camacho no hubiera contribuido a la vertebración social de España, y a la Constitución a la que el ex portavoz de José María Aznar se oponía en aquellos tiempos, aunque ahora la defienda con interpretaciones sectarias. De auténtica pena, pero una pena que alcanza a Mariano Rajoy porque este tipo de opiniones restan méritos a la elegancia con la que, en esta ocasión, ha admitido la derrota electoral.
Periodista
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