Danza. Giselle Teatro Maestranza, 2 de noviembre. Coreografía: Alicia Alonso , sobre la idea original de Jean Coralli y Jules Parrot. Libreto: Théophile Gautier, Vernoy de Saint-Georges y Jean Coralli.Intérpretes: Anette Delgado, Dani Hernández, Ernesto Díaz, Ivette González,Víctor Estévez, Ginet Moncho, Yanela Piñera, Jessie Domínguez, Estheysis Menéndez... Este año se cumplen 70 años desde que Alicia Alonso representara por primera vez Giselle. Con motivo de esta efeméride el Teatro Maestranza ha tenido a bien rendir un sentido homenaje a la diva cubana con la representación de este ballet, a cargo del Ballet Nacional de Cuba. Tal y como la misma Alicia reconoce en un documental que pudimos ver como preludio al espectáculo, este ballet es uno de sus favoritos, por su carga romántica y sus posibilidades creativas. Y es que, si algo distingue a esta singular bailarina y coreógrafa es su capacidad para intentar dar a cada representación un valor único, explorando las posibilidades de cada uno de los personajes que ha construido con su baile a lo largo de su dilatada carrera. Otro de los rasgos que la caracterizan es el alto grado de ejecución técnica, una forma de expresar y de contar las historias desde una rigurosa interpretación corporal que desafiaba los límites de la flexibilidad y el equilibrio. Algo que ha conseguido imprimir al ballet cubano en su papel de directora. Pudimos comprobarlo con este nuevo montaje de Giselle, un impresionante espectáculo cuya perfección técnica y expresiva roza los límites de lo imposible. El cuerpo de baile registra una coordinación absoluta, a pesar de estar compuesto por un número considerable de bailarines y bailarinas. Anette Delgado vence el reto de hacer suyo el personaje con un baile tan contundente como limpio y elegante. De la misma manera Dani Hernández colma el escenario de vitalidad y gracilidad. Ambos consiguen mantener al público en un estado de tensión emotiva. De ahí que los aplausos alargaran continuamente las escenas y al final, cuando Alicia Alonso apareció en escena para saludar junto a su compañía, la emoción era tan palpable que se podía cortar.