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La empresa húngara sabía que la balsa estaba en mal estado

Los obreros fueron amenazados para no denunciar los fallos.

el 13 oct 2010 / 20:09 h.

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Los trabajadores construyen un dique que protegerá de un segundo vertido.

La riada tóxica que arrasó 40 kilómetros cuadrados en el suroeste de Hungría podría haberse evitado.Y es que, según el diario húngaro Népszabadság, varios empleados de la empresa que causó el vertido fueron amenazados con el despido si denunciaban el mal estado de la balsa de acumulación de lodos contaminantes, donde se abrió una brecha el pasado día 4.


Asimismo, el diario informó ayer de que los testimonios de los trabajadores de la metalúrgica MAL señalaron que Zoltán Bakonyi, el ex director de la firma, disponía de informaciones sobre filtraciones en la pared que se acabó rompiendo. A esta denuncia se une, además, la ONG WWF-Adena que ya manifestó hace varios días que una serie de fotografías tomadas el pasado junio permiten ver que existían filtraciones de lodo rojo en el muro de la balsa.


Por ello, Bakonyi, el propietario de la empresa, fue detenido el lunes bajo la acusación de negligencia y su negocio fue intervenido por el Estado húngaro. Aunque según informó ayer El Mundo en su edición digital, la planta de aluminio reanudará su actividad habitual hoy o mañana, según confirmó el representante gubernamental encargado del desastre, Gyorge Bakondi. Además, la agencia Reuters indicó que los últimos exámenes han mostrado que no se han producido nuevos daños en el muro de la balsa que provocó el vertido, según el portavoz de los equipos de emergencia, Gyorgyi Tottos.


Aún así, el llamado "barro rojo" de la pasada semana, que se ha convertido en el mayor desastre medioambiental de Hungría, ha acabado ya con la vida de nueve personas, después de que ayer se confirmara la muerte de uno de los heridos hospitalizados. Según informó Protección Civil, el fallecido era una persona mayor, vecina de Kolontár, que junto a Devecser, es la localidad más próxima al lugar donde se inició el vertido. El desastre también dejó 150 heridos, de los cuales unos 50 se encuentran aún hospitalizados, principalmente con quemaduras de diversa consideración y traumatismos causados por la violencia de la ola.


Al mismo tiempo que se conocía la noticia de la nueva víctima mortal, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, visitaba ayer la zona en torno a la planta de aluminio que provocó el vertido de lodo tóxico. En su viaje, Orban responsabilizó a una "negligencia humana" el vertido contaminante.
Por su parte, ayer proseguían las labores en la construcción del dique para proteger a Kolontár y Devecser, las dos aldeas más cercanas a la balsa, para evitar que se produzca un nuevo vertido tóxico en la zona.


A pesar de la creación de este dique, los expertos y organizaciones medioambientales advirtieron ayer de que los efectos nocivos de la contaminación de la tierra y del aire impiden ya vivir en estas aldeas afectadas. "Deberíamos tener el valor de decir que es imposible vivir en esas dos localidades", declaró ayer a Efe Gábor Zacher, médico director de la Toxicología del Hospital Péterfy Sándor de Budapest. Zacher explicó que a largo plazo hay que considerar que los tóxicos "permanecerán en las tierras, plantas y animales". Aunque reconoció que sus efectos no están totalmente claros, "ya que no existen casos similares".


Las autoridades húngaras advirtieron también del alto contenido de polvo tóxico en la localidad de Kolontár. Por lo que se aconsejó a los operarios que trabajan en las tareas de protección y reconstrucción que renueven sus mascarillas cada dos horas.

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