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La 'empresita' se detiene

Las etapas comienzan y terminan, y en Utrera está a punto de marcarse un antes y un después en la historia del transporte público. Tras más de 35 años funcionando, la mítica empresita detendrá definitivamente su motor en junio. (Foto: El Correo)

el 15 sep 2009 / 03:06 h.

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Las etapas comienzan y terminan, y en Utrera está a punto de marcarse un antes y un después en la historia del transporte público. Tras más de 35 años funcionando, la mítica empresita detendrá definitivamente su motor en junio.

Fue en 1972 cuando Manuel Barrera llegó a Utrera procedente de Carmona. Llevaba 11 años trabajando para la empresa de autobuses Casal, pero decidió dejarlo y crear la suya propia. Hasta entonces, los vecinos de Utrera sólo conocían la chochona, un gran autobús que recorría la ciudad. "Estaba un poco viejo y se acercaba a la estación de trenes, a la fábrica... y recogía sobre todo a mujeres, por eso la gente le decía la chochona", cuenta el empresario mientras recuerda los comienzos de su negocio: Autos Barrera. Poco después de llegar a la ciudad, se sumó al proyecto su hermano Antonio Barrera.

La empresita, como se conoce al autobús urbano de Utrera, fue acogida con gran entusiasmo en la ciudad. Fueron dos los autocares (actualmente son cuatro) que comenzaron a funcionar al precio de cuatro pesetas el trayecto. Hoy día, con un euro el billete, sobre todo los escolares y los mayores del municipio, cuentan con este medio de transporte, que a punto está de echar el cierre.

Los años pesan y los autobuses (algunos con más de 35 años) no están ya en condiciones de seguir saliendo a la calle. "Ya no pueden más, están muy viejos, y no podemos seguir prestando el servicio", afirman los dos hermanos al unísono. Cuentan que su trayectoria ha sido "muy complicada, trabajando de noche y de día, muchas veces casi sin tiempo ni para desayunar".

Sin embargo, lo que más destacan es el cariño recibido de los vecinos: "Nos han tratado muy bien, se han preocupado por nosotros, creándose lazos fuertes de amistad al vernos diariamente". Por ello, algo habitual es ver cómo el autobús se detiene fuera de la parada y deja a algún pasajero, cómo suben muchas personas con bolsas y carritos de bebé casi sin poder entrar... Son muchas historias a lo largo de tanto tiempo, cosas que sólo suceden en los pueblos. Lo que todavía no es seguro es el destino final de los vehículos.

"Supongo que acabarán en la chatarra, porque nadie nos ha propuesto otra cosa", dice el fundador de la empresa. Hay quien piensa que, al menos uno, quedaría bien como recuerdo en alguna de las rotondas del pueblo.

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