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La Encarnación: el renacer de un mercado

Los placeros estrenan sus nuevos puestos bajo las setas después de 37 años de exilio.

el 19 dic 2010 / 13:11 h.

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Los primeros visitantes entran en el mercado. - Javier Cuesta

Con los ojos enrojecidos y alguna lágrima entre los surcos de las arrugas asistieron ayer algunos placeros a la inauguración del nuevo mercado de la Encarnación, en cuyos puestos casi podían mirarse, de lo reluciente que estaba el metal de los mostradores. "Bueno, pues ya estamos aquí", se escuchaba una y otra vez. Algunos no se creían que hubieran llegado a ver el mercado, tras 37 años de exilio en una nave provisional. Incluso los que ya no podrán disfrutarlo estaban emocionados: "No os podéis imaginar lo que es estar 37 años esperando y ahora verlo. No tengo palabras", decía con ojos acuosos y temblor en la voz el presidente de la cooperativa de placeros, Alfredo Álvarez, que siguió trabajando por el colectivo aunque se jubiló como frutero hace 10 años.

Mucho ha cambiado todo desde que se hicieron las fotos del mercado original del siglo XIX, el anterior al provisional, que ahora muestran las columnas del nuevo recinto a modo de recorrido histórico. Pero Ángel Delgado, que en la foto de 1960 aparece con sus compañeros en el puesto de pescado de Pilar Molina, sigue con el cigarro en la mano. "Entonces ganaba 75 pesetas al día", recuerda el ahora propietario de las pescaderías Angelito SL. Tiene dos puestos en el mercado de la Encarnación, dos en el de Pino Montano y una nave que surte a hoteles de un gran número de capitales de provincia. "Pero sigo yendo a Mercasevilla a por el pescado a las dos de la mañana todos los días", dice el hombre, igualmente conmovido, antes de compartir su secreto: "A los clientes hay que tratarlos bien", dice, remarcando el "bien" y frunciendo el ceño, dejando claro que no es una obviedad.

Las 12 pescaderías, que serán las últimas en estrenarse ya que hoy lunes no hay pescado, permitían ayer apreciar con detalle los inmaculados puestos de más de 19 metros cuadrados asignados a cada uno de los 40 placeros, más grandes de lo previsto al principio. Pero allí estaban sus dueños, aun sin mercancía, luciendo en el mostrador platos con tapitas para celebrar el estreno.

En el lado contrario, la mayoría de las 10 fruterías ya lucían toda su variedad de mercancías, perfectamente colocadas, organizadas por colores, preciosas. "Es un poco difícil colocar las cajas porque el mostrador es ovalado, pero nos apañaremos", explicaba Andrés Gaviño, cuarta generación de fruteros de su familia, que no duda en calificar el cambio de "brutal, brutal pero a mejor".

Puestos a buscar pegas, Andrés admite que le hubiera gustado que hubiera un aparcarcamiento subterráneo con plazas rotatorias, porque ve difícil que se acerque gente de otros barrios a comprar en este mercado si no puede llegar con el coche. "Ahora venderemos más, pero por la experiencia de otros mercados sé que cuando pase el boom volveremos a tener la clientela de toda la vida", afirma. Sin embargo, nada tiene que ver con las instalaciones en las que ha trabajado durante los últimos 14 años: "Allí hacía frío en invierno y calor en verano, se calaba la lluvia, las personas mayores -que son el 60% de nuestra clientela- tenían problemas para entrar...", recuerda este sevillano de 34 años, que regenta el puesto con su mujer. "20 horas juntos todos los días, eso sí que tiene mérito", sentencia.

Entre las 9 carnicerías destaca el puesto 31, Juan Vázquez, porque luce una ristra de conejos sin desollar, faisanes y perdices sin desplumar que llama la atención, como los cochinillos y las piezas de cordero. Pero lo que tiene deslumbrados a los visitantes es una hipermoderna balanza que muestra una enorme fotografía del producto que se está pesando. O el puesto de Baco, que al no haber tenido tiempo de acopiar mercancía para montar su tienda, decidió rellenar por completo el puesto con todas las variedades posibles de su aceite de mayor calidad, 1881.

Otros han aprovechado la renovación para innovar, como Manuel Ramírez, tercera generación de una tienda de ultramarinos que su abuelo comenzó sólo con quesos, y a la que acaba de añadir productos ecológicos y latas exclusivas. "Hay que renovarse, la clientela lo demanda", afirma Manuel, que heredó el negocio de su padre, que no ha llegado a ver el nuevo puesto, ya que falleció el año pasado.

El alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, destapó una placa que recuerda la inauguración del mercado, "corazón del espacio Metropol", y dio la enhorabuena a los "empresarios de raza que han sabido aguantar" hasta la apertura del mercado. No han sido muchos: apenas el 10% de los más de 400 que había en la ubicación original. El alcalde les agradeció que hayan sabido ser "muy reivindicativos, pero muy constructivos", y les cedió un mercado que "demuestra que es perfectamente compatible combinar lo mejor de la tradición y de la modernidad".

Sin perder ni una ocasión para protestar.

El alcalde se las va a ver y a desear en los actos que tiene previsto protagonizar en la recta final de su mandato, porque los colectivos que tienen algo que reprochar al Ayuntamiento parecen haber acordado congregarse en cada convocatoria para mostrar su disgusto. Lo hicieron en el encendido de las luces navideñas y lo intentaron de nuevo ayer quienes se oponen al "derroche" de la Encarnación, quienes vilipendian la Torre Pelli, demandan los aparcamientos que no se han hecho en los barrios, los eventuales de Tussam, los afectados por la privatización de la limpieza de los colegios...

Cuando la Policía les impidió el paso los manifestantes se rebrincaron, recordando que era una convocatoria abierta al público a la que se había invitado a los vecinos, y que por tanto deberían dejar pasar también a quienes no están de acuerdo. En este punto, los lemas acompasados al ritmo de pitidos y bocinazos, entre los que ya se había oído alguna palabra gruesa, se volvieron irreproducibles. El ruido exterior, sin embargo, quedó pronto silenciado por la potente percusión de la batucada que amenizó la inauguración, como si el Consistorio hubiera preferido acogerse al consabido si no puedes vencerlos...


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