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La Encarnación quiere su diosa

Tras el derribo de 1974 la escultura de Ceres se trasladó a la Casa de los Pinelo

el 30 ago 2012 / 18:53 h.

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Francisco Rodríguez, en la zona que propone para la diosa Ceres.

Más de medio siglo como placero de la Encarnación avalan a Francisco Rodríguez como la memoria viva del mercado. Allí comenzó en el puesto familiar con 11 años de edad y allí sigue todos los días al frente de su carnicería. Ha vivido la mejor época del mercado, en la que había más de 400 comerciantes, y también el abandono de las administraciones durante más de tres décadas en la que fue la sede provisional. Ahora, en las nuevas instalaciones de Metropol Parasol , Francisco Rodríguez tiene otro objetivo entre ceja y ceja que quiere ver cumplido antes de que decida jubilarse: recuperar la escultura de la diosa Ceres para una de las entradas del mercado.


La historia de esta diosa nace en el decenio de 1940 cuando el Ayuntamiento decide comunicar las calles Laraña e Imagen. Debido a que el mercado ocupaba buena parte del espacio que se necesitaba, se derribó la zona más cercana a Puente y Pellón y se levantó una nueva fachada hacia la calle recién inaugurada. Francisco recuerda que los comerciantes sufragaron la talla de la diosa de la agricultura y la fecundidad -obra del gaditano Juan Luis Vasallo- y que se colocó en la nueva fachada sur de la plaza de abastos. Cuando llegó el derribo de 1973 por el mal estado del inmueble la escultura pudo ser rescatada y desde entonces está en uno de los patios de la casa de los Pinelo, sede de las academias de Bellas Artes y Buenas Letras. Ahora, Francisco quiere que vuelva al mercado dado que la escultura fue pagada por los placeros de la Encarnación.


Para su futura ubicación, Francisco propone la fachada oeste del mercado, cerca a la desembocadura de la calle José Gestoso. Pero para ello sería necesario abrir otra puerta en la plaza de abastos, la gran reivindicación del placero. "Después de tantos años de lucha por el nuevo mercado ahora llegamos y vemos que está muy mal diseñado y tiene una barbaridad de fallos", critica. Uno de los más graves, y que le afecta directamente, es la ubicación de su puesto, el 29. "El mercado es un laberinto, tengo delante una gran vidriera pero por aquí no pasa nadie. Justo delante hace falta una puerta porque muchas personas hacen el intento de entrar por aquí pero se dan la vuelta cuando se dan cuenta de que no hay puerta. Complicamos la entrada de los clientes", asegura.


Para los accesos, Francisco propone que sean de puertas correderas, no abatibles como las actuales, "y nunca hacia fuera ya que las personas que vayan en silla de ruedas no podrán abrir". Otra de "las incongruencias" que a su juicio hay en el mercado se encuentra en la entrada de la zona norte. Allí, justo al lado de la puerta principal de acceso están las máquinas exteriores de la refrigeración del edificio. "Ésta es la cara que damos al visitante. Es una de las entradas principales y le echamos todo el aire caliente, todo el ruido y todos los malos olores. Estoy no hay quien lo entienda y no me cabe en la cabeza cómo no han pensado estas cosas a la hora de levantar el edificio".


A pesar de las deficiencias que para Francisco presenta el nuevo mercado, la reposición de la diosa Ceres que sufragaron los viejos placeros sería lo único que podría compensarlas. Con ella, justo delante de su puesto de carne, volvería a recuperar al menos en espíritu cómo fueron aquellos años de esplendor en la plaza de la Encarnación que muy difícilmente volverán.

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