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"La espontaneidad no basta en esta fase de la primavera árabe"

La periodista Olga Rodríguez analiza las claves de las revueltas en su nuevo libro, ‘Yo muero hoy’.

el 09 oct 2012 / 21:51 h.

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Aunque el último libro de Olga Rodríguez, Yo muero hoy (Debate) está lleno de información minuciosamente contrastada, hay en él una idea sobresaliente: el espíritu que hace más de un año recorrió el Mediterráneo de punta a punta para hacer temblar a algunos veteranísimos tiranos no fue la consecuencia de una chispa espontánea, sino el resultado de una labor firme y abnegada por parte de miles de ciudadanos comprometidos que llevaban mucho tiempo erosionando las bases del sistema.

"Desde el año 2000, ha habido movimientos minoritarios pero constantes", explica la periodista, "que alcanzan un impulso muy importante en Egipto en 2006, cuando 3.000 mujeres demandan sueldos dignos y medidas contra la corrupción al grito de ‘Aquí estamos las mujeres, ¿dónde están las hombres?'. El punto álgido llega en 2008, cuando se duplica el precio de productos básicos debido a la especulación, y se reducen servicios públicos a causa de las medidas de reducción del déficit impuestas por el FMI y el Banco Mundial. Esto, unido a las privatizaciones masivas, hace que en apenas dos años aumentaran las desigualdades y se creara un caldo de cultivo que fue a más".

Otro de los aspectos que Yo muero hoy pone de manifiesto es el hecho de que la Primavera árabe no sólo ha transformado el mapa político de la zona, sino también la visión que el llamado Occidente tenía sobre sus vecinos. "Hasta ahora, se había aireado el fantasma del islamismo para justificar el apoyo a determinados regímenes. Se nos presentaba al mundo árabe como una masa homogénea de fundamentalistas barbudos y mujeres sumisas, hasta que hemos visto que la religión no ha tenido nada que ver con las revueltas", comenta. "La gente ha salido a pedir ‘pan, libertad y justicia social', como rezaba uno de los lemas, por más que ahora quieran algunos reencaminar interesadamente esa energía en las urnas", añade.

Para la periodista, los principales obstáculos derivan de los intereses extranjeros -un cable filtrado por Wikileaks mostraba la preocupación de las embajadas estadounidenses porque las protestas puedan interrumpir las políticas neoliberales en la zona- y sus efectos estratégicos -el ejército egipcio recibe 1.300 millones de dólares anules de los EE.UU. para garantizar el equilibrio en la zona-, pero considera fundamental que haya sido vencido el enemigo histórico del mundo árabe: el fatalismo. "Las revueltas son el signo del abandono de esa actitud. Muchos entrevistados me han contado el mismo proceso psicológico, cómo han pasado del derrotismo a la queja pasiva, y de ahí a la indignación, para acabar en la rebelión. La vieja batalla contra el neocolonialismo ha cobrado una nueva dimensión", apunta.

Olga Rodríguez cree que el momento actual se corresponde con "una segunda fase de la Primavera árabe, en la que están surgiendo nuevos retos y también nuevos obstáculos, actores que intentan secuestrar las revueltas como Irán, Israel, Turquía o los países del Golfo, por no hablar de Francis, Rusia o Estados Unidos. Lo cierto es que la espontaneidad de los primeros días ya no basta para esta fase, y se va planteando la necesidad de líderes. En todo caso, ellos tienen un proverbio que dice que los análisis hay que hacerlos cada cinco años. Aunque vivimos en esta vorágine, debemos aprender a esperar", concluye.

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