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La estrategia de la ruleta

El Sevilla decidió hacer frente al Getafe con su suerte y no con fútbol. Se expuso tanto que la debilidad que transmitió enfrió sobremanera la fiesta del acceso a la final. Jiménez ha inventado el fútbol desestructurado.

el 11 feb 2010 / 00:37 h.

Uno de los peores partidos que se le recuerdan en los últimos años no impidió que el Sevilla vuelva a una final pero aquella escuadra de las cinco copas fue irreconocible en el Coliseum Alfonso Pérez. El conjunto de Jiménez no jugó al fútbol, lo hizo a la ruleta rusa. El Getafe giró y giró el tambor de su arma (Soldado) pero la bala sólo perforó una vez la meta nervionense por puro deseo de la suerte, y por el talento puro de Palop.

La práctica fue un desafío incomprensible al destino del equipo y al futuro del entrenador de Arahal. Concedió espacio y tiempo al once de Michel, amo y señor de todo. No fue muy distinto de aquella funesta noche de Bilbao, sólo que el Athletic tiene el rigor, y la suerte, de las que carece este Getafe tan virtuoso para llegar como negado para acertar con el gol, ese diablo que Mario descerrajó contra Ustariz en el Pizjuán y que colocó a la postre al Sevilla en la fiesta del 26 de mayo. Romaric volvió a ponerse en evidencia. Boateng se bastó para avasallar al centro del campo sevillista, que sólo corrió, y mal, hacia atrás; en la retaguardia, Escudé fue el único defensa serio; Navas y Perotti alcanzaron la hora corriendo contra natura hacia la meta de Palop. Si Ferrán Adriá ha inventado la exitosa comida desestructurada, Jiménez ha logrado su equivalente en el fútbol. Sólo que al estómago del sevillismo le produce úlcera.

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