Cinco meses. Ése es el tiempo que la dolorosa de la Estrella permanecerá lejos de San Jacinto para ser sometida a restauración. Ataviada con una inusual vestimenta, con capucha incluida, la dolorosa trianera fue trasladada en el interior de un arcón a primera hora de la mañana de ayer a las instalaciones del IAPH, en la Cartuja.
La imagen habla por sí sola. La Virgen de la Estrella ha abandonado el presbiterio de la capilla de San Jacinto para recibir los cuidados del mejor hospital sacro, el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Despojada de corona y de cualquier otro atributo de su realeza, y revestida con un simple capote de arpillera, a la mejor usanza de la mujer hebrea, la Virgen del llanto inconsolable emprendía ayer, poco antes de las siete de la mañana, un corto viaje al Monasterio de la Cartuja.
Durante cinco meses, la escultura será sometida al proyecto de conservación aprobado por la hermandad de la Estrella, propietaria de la imagen. Cinco personas integrarán el equipo de profesionales de la restauración y especialistas en escultura barroca que trabajarán de forma interdisciplinar para garantizar la conservación de la imagen: la restauradora María Teresa Real, las historiadoras Carmen García Rosell y Eva Villanueva, la químico Lourdes Martín y el radiólogo y fotógrafo Eugenio Fernández.
Respecto a la policromía, la intervención se centrará en la reparación de los múltiples arañazos localizados en la cabellera de la imagen, producidos por los alfileres que se utilizan en las tareas de vestir, y en la consolidación de las pérdidas de policromía de las manos, donde se advierten desgastes, repintes muy puntuales y suciedad repartidos por distintas zonas de los dedos. Las lagunas de policromía más preocupantes se localizan en las palmas de las manos.
Los estudios previos han revelado que la imagen posee una policromía antigua de alta calidad, cuyo mantenimiento está asegurado.
A nivel de soporte, la propuesta de intervención aconseja la sustitución del candelero metálico que posee la imagen por otro realizado en madera. Los técnicos del IPAH decidirán, además, en función de nuevos estudios radiológicos, si proceden a extraer el perno de metal roscado introducido en la cabeza de la escultura durante la restauración que Peláez le realizó en 1977.
El hermano mayor de la cofradía trianera, Manuel Domínguez del Barco, espera que, aunque oficialmente se haya fijado el mes de enero como fecha de regreso, "la Virgen pueda estar de vuelta a casa antes de Navidad".
Durante todo este tiempo, será el Señor de las Penas -restaurado también en su día en el IAPH- el que presida el altar principal de la capilla. En el presbiterio del templo, un cuadro de la Virgen, obra de Antonio Dubé de Luque, acompañado de una leyenda recuerda a los fieles la ausencia de la dolorosa.
