La eterna lucha por aprender

Manuel Lobato, un niño con autismo de 13 años, sigue sin poder asistir a clase en Pedrera ante la falta de personal adaptado

el 03 oct 2014 / 12:05 h.

Manuel Lobato asiste tan solo unas pocas horas al IES donde estudia. Manuel Lobato asiste tan solo unas pocas horas al IES donde estudia. La vuelta al cole suele ser un suplicio para muchos niños, que ven cómo sus horas de asueto en la calle o frente a las videoconsolas terminan para dar paso a intensas jornadas lectivas que nada tienen que ver con un verano despreocupado. Pero este no es el caso de Manuel, un chico de Pedrera de 13 años con Necesidades Educativas Especiales (NEE), quien «espera con muchas ganas el momento de ir al instituto», asegura su madre, Loli Pozo. Sin embargo, su ilusión por asistir a clase diariamente se ve truncada por la falta de recursos en el IES Carlos Cano de este municipio de la Sierra Sur, donde no existe suficiente personal adaptado para atender a Manuel y que ha provocado que, desde que comenzó el presente curso escolar, «solo haya podido completar cuatro días completos de clase». Por eso, tanto Loli como su marido, José Luis Lobato, reclaman a la delegación provincial de Educación a que mantenga el compromiso de formalizar el contrato de un monitor –que en la actualidad no existe– y la regulación de un pedagogo terapéutico (PT), que atendería no solo a Manuel, sino a otros alumnos del centro con necesidades especiales. Su reivindicación no es nueva. Ya el curso pasado, esta situación originó numerosas protestas e incluso un conato de huelga de la comunidad educativa pedrereña en abril, que quedó desconvocada dado el acuerdo entre la administración educativa y la familia del niño para su «inmediata escolarización». «No nos estamos inventando nada, es más, tenemos hasta tres valoraciones de los técnicos de la propia Delegación provincial que nos avalan, afirmando que el niño tenía que promocionar al instituto con los mismos recursos que tenía en el colegio», dice Lobato. De esta forma, en el seno de la Asociación de Disminuidos Psíquicos, Sensoriales, Familiares y Simpatizantes (Adifas) de Pedrera, colectivo que agrupa a unos 400 socios entre los que se encuentran los padres de Manuel y otros progenitores de niños con necesidades especiales, no entienden por qué otros centros educativos de lugares como La Roda de Andalucía, Casariche o Herrera sí cuentan con estos recursos específicos «para una cantidad menor de alumnos con necesidades», apunta Pedro Humanes, presidente de la asociación, quien tuvo la oportunidad de preguntar directamente al delegado provincial de Educación, Francisco Díaz Morillo, cuando éste visitó la localidad en el marco de la presentación del nuevo aulario de infantil del CEIP Tartessos. Díaz Morillo aseguró entonces, según una grabación de la televisión local de Pedrera, que «en próximas fechas tendremos cerrada la reestructuración de este asunto, con un monitor y un PT para la recomposición de las nuevas necesidades educativas del centro».  No obstante, el curso escolar de secundaria dio comienzo el pasado 15 de septiembre y «aún no existen esos recursos de los que habló el delegado», asevera Humanes. En este sentido, este periódico contactó con la Delegación provincial de Educación para obtener su valoración y contrastar los datos facilitados por los afectados, sin que al cierre de esta edición contase con una respuesta al respecto. Pero tanto los padres de Manuel como el resto de integrantes de Adifas, entre los que se encuentran otros progenitores de alumnos afectados por la falta de personal cualificado, advierten de que «no nos vamos a estar quietos porque, además, tenemos el respaldo de todo el pueblo». De hecho, el propio alcalde de la localidad, Antonio Nogales (IU), está «llamando diariamente» a la delegación provincial, poniéndose además a disposición de los padres si finalmente la administración no cumple con lo prometido. «Aun así, yo creo que van a cumplir, porque el delegado se comprometió delante de todo el pueblo», indica el regidor pedrereño. Mientras tanto, el principal damnificado es Manuel, que a pesar de su autismo es consciente de que sus únicas dos horas de clase no forman parte de su rutina habitual: «yo ahora le despierto más tarde para que no vea cómo sus hermanos se van al instituto, porque si lo hace ya empieza mal el día, se desconcentra y no realiza el resto de sus actividades –como logopedia o terapia ecuestre– con normalidad», lamenta su madre, mientras que su padre confirmó que ayer el chico únicamente pudo asistir a una hora de clase. Así pasan los días en el IES Carlos Cano, donde Manuel no puede ejercer su derecho a la educación «por promesas incumplidas sin pensar que, a fin de cuentas, nuestro hijo es un niño».

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