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La Europa League «è il giardino di casa del Siviglia»

La prensa de Turín ofrece una corta información del partido entre Sevilla y Benfica, en contraste con el recuerdo que deja la visita de la afición sevillista a la ciudad: “Gentilissimi, simpatici…”

el 15 may 2014 / 23:13 h.

Los aficionados sevillistas, que pasean por las calles céntricas de Turín el día del partido, dejaron una grata impresión entre los turineses. / Quico Canterla Los aficionados sevillistas, que pasean por las calles céntricas de Turín el día del partido, dejaron una grata impresión entre los turineses. / Quico Canterla POR RAMÓN RAMOS La Europa League «è il giardino di casa del Siviglia (es el jardín de casa del Sevilla)». Una frase rotunda, casi lapidaria, con la que abre su crónica Tuttosport. Y más: la crónica del partido habla del Sevilla como «un capolavoro di sagacia tattica (una obra de arte de astucia táctica)». El despliegue del diario deportivo turinés no es generoso en el espacio informativo dedicado a la final, sobre todo al confrontarlo con las mareas sevillista y benfiquista que la jornada del miércoles inundaron la ciudad. No jugaba su Juve: a la página 4 y no a toda. Eso sí, su escondido titular de portada resume lo que fue la ciudad festiva el día de la final: «Torino applaude la fiesta spagnola». Nótese el español utilizado en la palabra fiesta. Sevillana fue la copla, aunque no sonó tanto como algunos esperaban. Sevillanas, guitarras y palmas habían sido anunciadas por la colonia española en Turín desde que se supo que venía el Sevilla. En compensación, hubo que explicarles la fortuna de Turín con la presencia sevillana y lo que hubiera supuesto el caso contrario, es decir la clasificación del Valencia: petardos, tracas… en un continuo fragor que difícilmente hubieran aceptado de grado Carabinieri, Polizia y demás agentes del orden. Vinieron más portugueses que sevillanos, según la estadística, pero en las calles del Quadrilatero la expedición sevillista se dejó notar con más profusión que la benfiquista. No digamos, en los Giardini Reali, meeting point designado por la UEFA y el Comune, donde ayer se afanaban las máquinas de limpieza, tras la concentración del miércoles. Ayer todavía se dejaban ver los últimos embutidos en sus camisetas sevillistas, con ojos vidriosos por la satisfacción y la huella inconfundible de una noche vivida hasta sus confines. Mezclada entre esos símbolos Evita, serena señora mayor de la Torino perbene (respetable), simpática y accesible, luce un sombrero blanco con la leyenda de corazones I love Sevilla. En su cotidiana visita al calor del sol de la céntrica plaza Carlo Alberto, sus paisanos transeúntes hacen notar su repentina conversión al sevillismo: «Me lo ha dato una ragazza bruna gentiliissima (una muchacha morena amabilísima)». A Evita le gustó, quería comprárselo pero la joven sevillana anónima fue generosa y se lo regaló. «Gentilissimi», «simpatici» («amables», «simpáticos») son los adjetivos más utilizados cuando se habla de los visitantes sevillanos. Lo ratifica Franco, propietario de Borgo Antico, una cafetería en el centro histórico de Turín. El miércoles multiplicó sus ventas y resalta la juventud de sus clientes: «Erano ragazzini (eran jovencitos)» acompañados de sus padres. Nadie recuerda estos días haber sido testigo de incidente alguno. Por ejemplo, en la terraza del bar Roger, donde en las horas muertas anteriores al desplazamiento al estadio aparcaron multitud de seguidores de las dos squadras. Maurizio, su propietario, adora el sol (su sueño sería abrir el Roger 2 en Sevilla), y destaca que la convivencia fue pacífica en todo momento. Cada cual a lo suyo, hasta que entre las cinco y las seis de la tarde el centro comenzó a despoblarse y las avenidas que conducen al estadio devinieron en una caravana continua. Dos horas de fútbol, más descansos y lanzamientos desde el punto fatídico. Se acercaba ya la medianoche cuando el Sevilla decantó la final. «Gameiro infilla il pallone della Coppa (Gameiro enhebra el balón de la Copa)» titula La Stampa. El diario generalista que se edita en Turín, una de las tres grandes cabeceras de la prensa italiana, juzga el partido atravesado por «fallos y poco espectáculo», un «maratón» sin gol cuyo nivel «mejoró cuando los equipos se estiraron». Dice del Sevilla que el Benfica «nunca descubrió la manera del sortear» su sistema táctico y termina la crónica con una reflexión que suena amarga: «La comparación entre nuestro fútbol y el de la Europa de élite no nos ha hecho «arrossire» (sonrojar), si acaso «ha aumentado el rimpianto (lamento)» de Juventus por la ocasión «sprecata (desperdiciada)», en «quella che doveva essre la sua finale (la que debía ser su final)». En conclusión, también La Stampa vuelve sobre el argumento doloroso explorado por Tuttosport: la ausencia de la Juve en su final. Una vez que el gran equipo turinés quedó eliminado, la final pasó a tener un interés relativo para los periódicos de Turín. Y tal circunstancia tuvo su reflejo en la venta de entradas, que en el sector reservado a los turineses mostró claros patentes, mientras que, sin embargo, en días anteriores al partido se hacía dificultoso conseguir siquiera información sobre la adquisición de entradas. Muchos años después, cuando el Sevilla se vea de nuevo en otra ocasión histórica como la del miércoles, muchos de los que hoy son niños, habrán de evocar el día en que su padre los llevó a conocer Turín. Es recíproco: la representación sevillista que por decenas de miles inundó durante muchas horas las calles turinesas han dejado impronta en la ciudad. El año en que nos visitó el Sevilla.

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