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La excursión relámpago de Dilma Rousseff

La presidenta de Brasil realiza una visita de casi cinco horas a la capital hispalense.

el 11 mar 2012 / 20:19 h.

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Dilma Rousseff y Blas Ballesteros, junto al Giraldillo.

Como una turista más, pasando desapercibida a los ojos de los sevillanos, salvo los de algún avispado que la reconoció por la calle Betis. Así se paseó por Sevilla el pasado martes la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en una visita relámpago que duró apenas cinco horas, que fueron suficientes para que visitara la Catedral y el Alcázar, probara unas tapas y un buen plato de jamón en el cubo del restaurante Abades Triana y hasta conociera la realidad de los 15.000 brasileños que viven en Andalucía.

Rousseff llegó a la capital hace una semana, un día después de haber soltado un órdago a los países ricos, a los que acusó de alentar un "tsunami monetario". Lo hizo, sin arrugarse, en territorio hostil (Alemania) y ante la presencia de la mismísima canciller, Angela Merkel. Una vez finalizado, cogió un avión para el siguiente destino de su viaje de Estado, Japón, pero tenía que hacer antes una escala obligada en España. Eligió Sevilla, recomendada, entre otros, por el embajador de Brasil en España, Paulo César de Oliveira, que "ya estuvo aquí la Feria pasada y le contó embelesado lo que había en Sevilla", según relató el cónsul honorario de Brasil en la ciudad, Blas Ballesteros, que hizo las veces de cicerone particular en esta fugaz visita de la presidenta brasileña.

Rousseff visitó primero la Catedral. Allí recibió unas explicaciones detalladas de Luis Lobo, catedrático de Historia por la Universidad de Sevilla, y se la vio "apasionada" por conocer la influencia mudéjar del templo catedralicio. Aprovechando que tenía un historiador a mano, le fue preguntando, mientras contemplaban el altar mayor o el Giraldillo -el que se encuentra a ras de suelo-, por el proceso de reconquista o por el papel que tuvo la Constitución de 1812 y su posible influencia en EEUU y América. La lección de historia siguió en el Real Alcázar, donde se interesó por la vida de Carlos I y Pedro I, a la par que paseaba por la Sala de los Tapices y, después, dejaba constancia de su paso como lo hacen todos los mandatarios: firmando el libro de visitas de este insigne edificio.

La visita permitió hasta dar un pequeño paseo por la calle Betis, lugar en el que fue reconocida por varios viandantes y en el que Rousseff detectó ciertas similitudes entre Sevilla y Río de Janeiro. "El clima le encantó y destacó que en Sevilla se concibe la vida y el mundo de forma muy similar a Río, ya que en ambos lugares la gente disfruta de la calle y lo que le rodea", indicó Ballesteros, que acompañó a una comitiva brasileña en la que, además de la presidenta, se encontraban el canciller brasileño, Antonio Patriota, varios ministros de su gabinete, el gobernador de Río Grande do Sul, Tarso Genro, y el embajador de España en Brasil.

La última parada de la expedición fue en el restaurante Abades Triana, en el que pudieron tomarse una cerveza Cruzcampo y varios platos de lo más granado de la gastronomía local, donde no faltó, por supuesto, el jamón. En ese ágape, Rousseff se quedó prendada por la vista del río Guadalquivir, que comparó -en belleza- con "el malecón y las playas de Ipanema y Copacabana", según rememoró Ballesteros.

Antes de coger el avión rumbo a Japón, la presidenta brasileña se interesó por sus casi 15.000 compatriotas censados en Andalucía y por el futuro de las empresas brasileñas interesadas en entrar en el mercado español y viceversa. Además, preguntó por el papel en las estrategias de las empresas andaluzas, ya que Andalucía es la tercera comunidad autónoma que tiene más empresas afincadas en Brasil. Así, se le informó de proyectos empresariales ya ejecutados en el país, más allá del ya conocido de Abengoa, así como la intención de varias entidades agroalimentarias de empezar a incluir en el mercado brasileño productos de alimentación netamente andaluces.

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