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La exposición de Telefónica sobre el cubismo llega al Bellas Artes

La muestra, compuesta por 38 obras, incluye piezas de los andaluces Manuel Angeles Ortiz, Daniel Vázquez Díaz y Joaquín Peinado, entre otros maestros españoles e internacionales.

el 06 mar 2014 / 23:30 h.

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exposición telefónica El Museo de Bellas Artes de Sevilla acoge desde ayer, y hasta el 29 de junio, 38 obras de la Colección Cubista de la Fundación Telefónica, un recorrido por uno de los más influyentes movimientos de las vanguardias del siglo XX. La exposición El Cubismo y la colección cubista de Telefónica, que tiene como protagonista a Juan Gris, integra obras fechadas entre 1912 y 1933, de modo que están representados los artistas cubistas del París de los años 20 y termina con la extensión de esa tendencia pictórica en España y Latinoamérica, donde esta tendencia arraigó poderosamente. Los cuadros ponen de manifiesto el alcance y la diversidad de las propuestas cubistas desarrolladas en las dos primeras décadas del pasado siglo. Partiendo de la obra de Juan Gris como máximo representante del nuevo cubismo, la exposición reúne cuadros de otros artistas, como Albert Gleizes, Jean Metzinger, André Lhote y María Blanchard, y plantea una revisión de este movimiento que analiza su complejidad y revisa las derivaciones de la plástica cubista. Además de los citados, la muestra incluye obras de Louis Marcoussis, George Valmier, Xul Solar, Rafael Barradas, Emilio Pettoruti, Vicente Huidobro, Vicente do Rego Monteiro y Joaquín Torres García, así como de los españoles Joaquín Peinado, Daniel Vázquez Díaz y Manuel Angeles Ortiz. Manuel Ángeles Ortiz y Daniel Vázquez Díaz, andaluces ambos, participaron en la transformación y reinterpretación del lenguaje cubista en sus obras. Sus derivas muestran asimismo que el movimiento fue más allá de 1920, fecha en la que tradicionalmente se ha establecido el final de su etapa más canónica, y que su identidad no puede reducirse a una única fórmula, pues llegó a convertirse en un legado estético que ha perdurado en el tiempo. Según explica el museo en una nota, el cubismo fue uno de los movimientos centrales de las vanguardias artísticas del siglo XX y fue fundado en París a finales de la primera década de ese siglo por Braque y Picasso. Abrió un revolucionario modo de pintar basado en la deconstrucción de la realidad, la renuncia a la perspectiva convencional, la ausencia de detalles y la geometrización de las formas. Cambió la forma de plasmar la naturaleza de los objetos cotidianos y condujo, además, a una nueva manera de contemplar las obras de arte en la que el espectador recorre formas, líneas y colores, dispuestos según un ritmo propio que obliga no sólo a una contemplación sensorial, sino a un ejercicio intelectual de reconstrucción. Juan Gris se suma al movimiento cuando el cubismo de los fundadores deja paso a otro más racional y ordenado llamado cubismo sintético. Consiste en que, partiendo de aspectos parciales de las formas, el espectador vuelva a integrar el conjunto mediante una síntesis visual e intelectual. Ya desde 1913 con el collage Verres, journal et bouteille de vin o en La guitare sur la table, Gris fragmenta la imagen, sin llegar nunca a la abstracción absoluta, para proponer una reconstrucción. El cromatismo contenido y la geometrización rigurosa de las formas se va acentuando hasta llegar a La guitare o El arlequín, obras de 1918 en la que el fondo y la forma llegan a fundirse. A partir de la década de los veinte su obra se hace más lírica, más matizada cromáticamente y va perdiendo la excesiva rigidez geométrica. Nature morte devant l’armoire (1920) y sobre todo La fenêtre aux collines (1923) suponen un cambio hacia un nuevo naturalismo en el que incluye el exterior, la vida orgánica y la curva, en consonancia con el «retorno al orden» que experimentó la pintura francesa tras la Primera Guerra Mundial, conflicto en el que muchos pintores cubistas participaron, y que puso fin a la fase más creadora del cubismo. En la posguerra sólo Juan Gris siguió trabajando el cubismo más o menos ortodoxo. El resto se fue acercando de nuevo a la figuración, si bien con cierta influencia constructiva cubista.

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