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La extraña pareja del alcalde

Los pactos de gobierno o investidura PSOE-PP afectan a 6 pueblos y 60.000 andaluces. Las relaciones personales eclipsan las diferencias ideológicas en dichos municipios.

el 25 jun 2011 / 21:07 h.

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La alcaldesa de Almuñécar, Trinidad Herrero (PP), que recibió el apoyo de IU, PSOE y PA en su investidura.

Partaloa es un pueblo pequeño del interior almeriense con un diccionario político distinto al resto de Andalucía. Tiene 898 habitantes, 550 en el censo electoral, de los cuales 330 son almeriense y 220 británicos jubilados que se asentaron aquí en los 90. En las pasadas elecciones, con un 87% de participación, el PA ganó por tres votos al PSOE -205 frente a 202: tres ediles cada uno- mientras que el PP sólo obtuvo un concejal que ha resultado elegido el nuevo alcalde. Ni las matemáticas ni las claves de la política andaluza sirven para explicar este reparto de poder: los socialistas no sólo pactaron con el edil popular, además le cedieron el bastón de mando. "No hay nadie más socialista que yo, pero antes que mi partido, está mi pueblo", dice el exalcalde y secretario general del PSOE en Partaloa, Federico Molina.

Lejos de allí, en los despachos de las sedes regionales, los líderes ideológicos intentan adivinar qué ha pasado en Partaloa y en otros cinco municipios. El PSOE y el PP, archienemigos en la política autonómica, se han puesto de acuerdo para gobernar juntos o permitir que mande el otro en Partaloa (Almería), Cardeña (Córdoba), Almuñécar y Trevélez (Granada), Carmona (Sevilla) y Fuenteheridos (Huelva).

Sucede que PSOE y PP son más distintos entre sí a escala andaluza que a escala municipal. "Mientras más pequeño es el pueblo, más importan las personas que las ideologías". Es una máxima que todos han repetido en este reportaje, desde la dirección de ambos partidos, hasta los concejales disidentes. La izquierda, sin embargo, arriesga y pierde más que la derecha cuando defiende estas tesis. Por eso en público se muestra más indulgente con sus disidentes, aunque internamente acepta sus motivos.

En Partaloa existía una enemistad visceral entre el candidato del PA y del PSOE. Los socialistas se aliaron con el PP después de consultarlo con los vecinos -"hay más simpatizantes que militantes"-, pero, ¿por qué siendo mayoría cedieron la Alcaldía al PP? "Los pueblos de menos de mil habitantes dependemos mucho de la diputación provincial. En la de Almería, 18 de los 27 diputados son populares, así que nos vendrá bien que nuestro alcalde sea del PP", admite el líder del PSOE en Partaloa.

También en Cardeña la rivalidad PSOE-IU hacía inimaginable el acercamiento. Durante tres décadas han sido las únicas formaciones con representación en el municipio. A veces ganaban los socialistas y otras la coalición. "No se pueden ni ver", admiten en el PSOE cordobés. En 2011, por primera vez, el PP logró un edil en el Ayuntamiento y rompió el bipartidismo. La candidata Trinidad Moreno se votó a sí misma, y los socialistas la apoyaron para que IU (la más votada) no se quedara la Alcaldía. "La situación es kafkiana. Hay un edil en el Gobierno y ocho en la oposición. El Ayuntamiento está paralizado y sin organigrama", explican desde el PP en Córdoba.

De los municipios con "relaciones extrañas", el más poblado es Almuñécar. Su nueva alcaldesa, Trinidad Herrera (PP), afirma que "las diferencias ideológicas surgen a partir de las administraciones supramunicipales". "La política local es más la gestión que los principios, y prima más el aprecio personal que la cuestión ideológica", dice. En Almuñécar, la lista más votada fue la del exalcalde Juan Carlos Benavides, un hombre que ha pasado por cinco partidos, ha gobernado cinco mandatos y ha sido condenado por delitos urbanísticos, prevaricación y coacciones.

La noche electoral IU y PA apoyaron a la candidata del PP (segunda fuerza) para que Benavides no gobernara en minoría. El día de investidura, los cuatro ediles del PSOE metieron cuatro papeletas en una caja, tres con las siglas socialistas y una con las del PP. El grupo pidió que la votación fuera secreta, para que no se supiera quién de los cuatro sacaba la papeleta que dio la Alcaldía a Herrera. "No querían que la Ejecutiva responsabilizara a uno solo. Fue una estrategia del grupo, que consideró necesario apoyar al PP por el bien de la regeneración democrática", explican en el PSOE granadino. "Me apoyaron sin pedir nada a cambio", dice Herrera.

En cuanto se constituyeron los ayuntamientos, el 11 de junio, la secretaria de Organización del PSOE-A, Susana Díaz, anunció que se abriría expediente, se sancionaría y se expulsaría a los que traicionaron la disciplina de partido. También lo hizo la dirección regional de IU, cuyas disidencias en una veintena de pueblos en favor de la derecha han sido juzgadas y analizadas en clave nacional, no municipal.

Todo este debate sobre "la falta de coherencia" y "la crisis de las ideologías" está en los genes de la izquierda. Los populares aseguran que no castigarán a sus concejales por pactar con IU o el PSOE. Dicen que durante la campaña ni promovieron ni rehusaron pactos con ninguna fuerza. "Si las circunstancias de un pueblo hacen necesaria o preferible una alianza extraña, nosotros no vamos a vetarla", explica el secretario general del PP-A, Antonio Sanz.

La salvedad es que esa alianza, por muy extraña que parezca, no les dé el poder. Los ediles populares de Fuenteheridos y Trevélez que han votado a un Alcalde socialista sí han sido reprendidos. "Elegí al PSOE por razones personales, no de partido. Cada uno en su pueblo hace lo que tiene que hacer", dice el candidato del PP en Fuenteheridos, Francisco López. La Ejecutiva regional socialista no incluye estos dos pueblos entre los castigados, porque "la responsabilidad es del PP". En cambio sí expedientará a sus cuatro ediles de Carmona, el caso más atípico, porque aquí el PSOE sólo se abstuvo y con ello dejó que el PP gobernara.

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