Cultura

La extrañeza reconocible

Cristóbal Quintero juega en la Galería Birimbao a conjugar elementos muy diversos en sus ‘collages'.

el 22 ene 2010 / 18:17 h.

Conocido sobre todo por su faceta como pintor, Cristóbal Quintero (Pilas, 1974) sorprende ahora con una colección de collages combinados con dibujo y pintura que se exponen en la galería Birimbao desde el pasado día 15. El título de la muestra, La colisión permanente, alude al propósito del autor de jugar tanto con la construcción de las piezas como con los objetos representados, logrando asociaciones inesperadas, sugerentes texturas y una notable calidez. “En realidad, no hago otra cosa que crear espacios similares a los que obtengo con mi pintura”, explica Quintero. “Pero el collage me permite mayor libertad, la narrativa de la obra es mucho más amplia, y el conjunto mucho más intuitivo”.

Una veintena de obras, algunas de mediano formato (105 x 150) y otras más pequeñas, componen esta serie en la que, valiéndose de los más diversos materiales, el artista sevillano obtiene interesantes efectos táctiles a la vez que desarrolla un discurso con cierta carga irónica, cercano a lo onírico también, y sobre todo abiertamente poético. En este último aspecto es donde cobra sentido el título de la muestra, pues el hilo conductor es “que dos imágenes que aparentemente no tienen nada que ver la una con la otra, o que incluso se enfrentan, acaban conformando una sola”, añade.

A pesar de la homogeneidad de las obras, Quintero no cede en ningún momento a la tentación de aliviarse. Por el contrario, se complace en demostrar su capacidad para saltar de un estilo a otro sin sacrificar por ello la armonía. Un botón de muestra: “Hay tres piezas en las que aparecen árboles, pero cada árbol está pintado en un estilo. No sólo quiero que se vea que me preocupa el objeto en sí; también cómo está representado”.

“En estos collages he integrado cierta versatilidad para jugar con los estilos. Siempre me ha gustado investigar mucho, sobre todo dibujando”, señala Cristóbal Quintero, quien prefiere no hablar de referencias concretas porque, sencillamente, “echo mano de todo”.
El resultado final parece buscar la extrañeza del espectador, pero sólo hasta cierto punto: “Más bien sería una extrañeza reconocible”, agrega Quintero, quien no exponía en Sevilla desde 2006, cuando mostró su pintura precisamente en Birimbao. “Habrá quien vea un cambio en mi obra, pero antes de llegar aquí tuve dos exposiciones, una en Madrid y otra en Miami, donde ya iba acercándome a estas formas. No ha sido ningún capricho, todo ha venido paulatinamente”, dice.

  • 1