Un par de ejecutivos se dejan caer por los destartalados bajos del Puente del Cachorro. Mal asunto... o no. Traspasan una fachada grafitera y degradada y entran en el rincón más solidario que existe en la ciudad. "Bienvenidos a Danza Mobile", les saludan. "¿Han traído ropa de baile?".
No es una broma. Es una experiencia de ésas que cambian vidas, enfoques, el modo en que se está en el mundo. Lo experimentan dos altos cargos de la farmacéutica Baxter que acuden, junto a su relaciones públicas, a una cita muy especial: una jornada de convivencia con los niños que forma como personas desde hace años la compañía Danza Mobile. Y casi de rondón se cuela el cronista, que asiste ojiplático a la simbiosis de dos mundos en teoría diferentes, en la práctica unidos por una raíz: la solidaridad.
No se trata de una cita a ciegas. Los ejecutivos de Baxter saben a lo que vienen, que es a descalzarse sus caros zapatos, a desanudarse la corbata y a plantarse ropa de gimnasia. Porque vienen a sudar, a bailar con una veintena de discípulos de Peter Pan, pura inocencia y ternura a raudales concentrada en un puñado de metros cuadrados, los mismos en los que cada día aprenden a ser mejores personas por la vía de la danza, del arte, de la cultura adaptada a su nivel, que ríanse muchos porque es un nivel muy, muy alto.
Para calentar motores, y sin que les dé tiempo de soltar la chaqueta, los altavoces sueltan unas sevillanas de bienvenida. "¿Quién se resiste?", dicen al unísono Javier Valera y Manuel Moreno, director de Recursos Institucionales uno y director general de Baxter el otro. Y al escenario que se lanzan con la chavalería de Danza Mobile.
Pasado el lance y con el sudor a flor de piel, toca, ahora sí, cambiarse de ropa. Lo hacen en un periquete y aparecen en escena luciendo camisetas negras de Danza Mobile. Esmeralda Valderrama, presidenta de la asociación, directora de la compañía de danza, profesora, amiga y buena persona, dirige el calentamiento. "Hay que tocarse, mirarse, sentirse". Y ya no hay ejecutivos ni discapacitados, sino una veintena de personas unidas por el baile, las ganas de conocer y conocerse, de conectar.
Llegados a estas alturas, el cronista debe aparcar su descripción para explicar a qué diantres responde todo esto. La respuesta entronca con otra historia digna de ser contada siquiera sea en formato comprimido: un delegado comercial de Baxter en Sevilla, Conrado Uyá, tiene a un hermano en Danza Mobile, un encanto de persona con una plasticidad envidiable, como tantos otros curtidos por la experiencia y la sensibilidad de Esmeralda. Hace tiempo, supo que se abría la convocatoria de ayudas de la Fundación Baxter, que reparte unos 100 millones de dólares en todo el mundo, y contó a la central lo que se cuece aquí.
De esa suma despampanante, a Danza Mobile le han caído 45.000 euros, un pellizquito para Baxter pero una Primitiva de 6 aciertos para la compañía. Y la visita de los altos cargos de Baxter responde a su evaluación del destino de la ayuda concedida.
"Es importante comprobar que lo que hacemos tiene sentido. Y lo que hemos experimentado en nuestras carnes durante esta jornada de convivencia que hemos disfrutado se queda como regalo para nosotros. Es impresionante el trabajo que se hace en Danza Mobile. No hay palabras, hay que verlo. Y cuadra a la perfección con el objetivo de Baxter, donde se desarrollan terapias y tecnologías innovadoras para la mejora de la salud, pues esto mismo es lo que hacen en Danza Mobile", valoran.
Esmeralda les da la réplica: "Con su ayuda, los más pequeños podrán iniciar su formación. Por eso, de corazón, gracias". La cohorte de Peter Pans les despide entre achuchones y más bailes. Y no son ya sólo las corbatas las que aprietan las gargantas de los de Baxter.
Tome nota: si quiere conocer más sobre el quehacer de Danza Mobile, entre en www.danzamobile.es o llame al 954 378 816.
