"Hasta los topes", es la expresión a la que más recurren los vecinos para explicar cómo ha estado La Alcarrachela el largo fin de semana de la feria. Ni siquiera el inoportuno chaparrón que cayó a primera hora de la noche del jueves ha aguado las ganas de feria en el año de la crisis.
La asistencia de público ha ido a más. De las 7.000 u 8.000 personas que se contabilizaban en los primeros días se ha pasado a las 15.000 o 16.000 el viernes. Ese mismo número, el doble que en las primeras noches, se esperaba también para ayer sábado. Fuentes municipales calculan que más de 30.000 visitantes pisarán el recinto ferial este año, prácticamente el mismo número que lo hiciera el año pasado.
Y eso tras mucho hablar de crisis y de que las economías domésticas no están nada boyantes. Parece que, pese a todo, la recesión no ha afectado a las ganas de salir y divertirse. Aunque el público no ha empezado a acudir al ferial hasta que no se ha acercado el fin de semana y lo ha hecho sobre todo de noche -pocos son los que almuerzan en la feria y pasan todo el día en La Alcarrachela- la afluencia de público ha cubierto con creces las expectativas iniciales.
El éxito de público ha sido mayor en las casetas pensadas para y ocupadas de forma mayoritaria por los jóvenes, 10 de las 30 que ocupan el ferial, montadas muchas por locales de copas de la ciudad. El lleno en estos locales ha sido absoluto, ayudado por el horario de cierre, más tardío (a las 6.00 horas) desde el jueves.
La afluencia masiva de público en estas casetas no ha generado ningún incidente destacable, según fuentes municipales, más allá de alguna pelea sin consecuencias. En este sentido, el dispositivo de seguridad para la Feria se ha reforzado con policías nacionales desde el jueves.
