El día de la Hispanidad, la Fiesta Nacional de España o para entendernos mucho mejor, la festividad de Nuestra Señora del Pilar, implica en lo taurino la meta simbólica de la larga y dura temporada española, que aún se epilogará algunas fechas más en la postrera feria de San Lucas de Jaén. Dos nombres, los de Morante y Liria, marcan la jornada.
Dos encerronas en solitario, de signo muy distinto, marcan la jornada de hoy que pivotará en torno al ruedo cubierto de Zaragoza, plaza elegida por Morante de la Puebla para despachar seis toros de Zalduendo, Victoriano del Río, La Campana, Núñez del Cuvillo, El Pilar y La Palmosilla en el particular cierre de una campaña atípica marcada por el signo de una jugosa exclusiva firmada con el constructor José Sánchez Benito, suegro de su íntimo amigo Antonio Barrera.
Sin excesiva suerte en los sorteos, y sin haber conseguido dar un zambombazo trascendente en plazas de importancia, el gesto de Morante se antoja como un toque de atención cara a mantener la altísima cotización a la que obliga su actual -y complicada- fórmula contractual.
A muchos kilómetros de allí, en la plaza de Murcia, el veterano diestro Pepín Liria dirá adiós a la profesión encerrándose con otros seis toros. De esos seis hierros escogidos para la ocasión no podía faltar el fundamental de Victorino Martín que ha marcado a sangre y fuego la carrera del diestro murciano que precisamente, en la pasada Feria de Abril, en la que era la corrida de su despedida de la plaza de la Maestranza sorteó un fiero y bravísimo ejemplar con el que sostuvo una épica pelea premiada con una solitaria oreja por la cicatería presidencial.
Liria, que tomó la alternativa el 11 de septiembre de 1993 en el mismo coso murciano que ha elegido para su última actuación vestido de luces, despedidará así una carrera basada en las ganaderías duras y presidida por su entrega y honradez profesional.
Y Sevilla . No cayó con demasiado agrado entre los círculos de la afición hispalense -cada vez más exiguos- la programación de un cartel de rejones para clausurar la temporada maestrante en una fecha, la del 12 de octubre, que cada año se antoja más lejana de los oropeles de antaño y que en la actualidad se ha convertido en un relleno inevitable que la empresa Pagés parchea como puede. Las causas de la devaluación de esta fecha, que se encuentra fuera del abono, serían complejas de analizar pero, en cualquier caso, evoca otras tardes antañonas con otro lujo.
Y una vez más habrá que estar atentos a las incidencias meteorológicas, aunque esta vez la suspensión, en caso de producirse, no levantaría la misma polvareda que los cuatro carteles de máxima categoría que este año ha dejado de disfrutar el abonado.
No obstante, más allá de los resultados que arroje el festejo de rejones, la noticia estará en la despedia de la actual fisonomía interior de la plaza de la Maestranza. Pasado mañana, las máquinas empezarán a derribar las gradas impares -desde el palco de los maestrantes hasta la grada de la Música- para ser sustituídas por palcos que reducirán el aforo pero harán ganar a la plaza comodidad, seguridad, belleza y armonía con el conjunto de su fábrica.