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La fortaleza europea, recortada

Las medidas contra el déficit merman la capacidad decisoria de la UE y sus Estados.

el 29 may 2010 / 18:46 h.

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La primera mitad de 2010 estaba llamada a ser clave en la conformación de un gobierno económico común para la Unión Europea y en la consolidación de una política exterior única. Todo ello, con el Tratado de Lisboa, recién aprobado y esperando para ser puesto en práctica, como telón de fondo. Pero la crisis económica, que se ha mostrado poco piadosa desde que estalló hace dos años, ha hecho sombra a estos objetivos y ha condicionado la acción económica de la Unión y de sus Estados miembros.


En concreto, los planes de ajuste para la reducción del déficit que se han puesto en marcha en varios de los países comunitarios -y que en su mayoría son planes de recorte del gasto social- han terminado minando la imagen de los gobernantes nacionales y de Bruselas como centro de toma de decisiones eficaces contra el frenazo económico.


Todo ello, en un contexto en el que los mercados han puesto a Europa contra las cuerdas y en el que la UE se ha visto obligada a pedir reformas polémicas y muy criticadas para mantener la estabilidad del euro.
El caso más reciente ha sido el de España, donde un presidente que en su primera legislatura estuvo situado, según muchos, "a la izquierda de la izquierda", se ha visto obligado a llevar a cabo un recorte social sin precedentes en los últimos tiempos. José Luis Rodríguez Zapatero, animado por la UE en aquel fin de semana negro para el euro, terminó fallando a quienes había prometido que la crisis no afectaría a su políticas sociales.


Y es que Bruselas no está dispuesta a que se den más casos como el de Grecia, que tuvo que ser auxiliada con un rescate millonario ante una deuda pública insostenible. Los mercados aprovecharon la coyuntura helena para cargar contra la moneda única y la UE -Pacto de Estabilidad en mano- optó por hacer una seria llamada a emprender la cruzada contra el déficit.


Con este escenario, la respuesta de los gobiernos llegó en forma de grandes ajustes económicos en los que el gasto público fue el gran damnificado. El recorte social y el aumento de la presión fiscal eran las bazas que quedaban y, como era de esperar, las nuevas medidas no han gustado a los europeos. Porque, aunque algunos ven los recortes como inevitables y necesarios, a otros le parecen poco eficaces e injustos.


Moción de censura. En Portugal, la crisis económica incluso ha desembocado en una política. La Asamblea de la República rechazó una moción de censura contra el Gobierno socialista de José Sócrates presentada por el Partido Comunista como muestra de repulsa ante su plan de ajuste, basado en el aumento generalizado de impuestos y en el recorte de prestaciones sociales. Un triunfo de la moción habría significado la caída del Gobierno, aunque finalmente el primer ministro superó el envite.
Mientras tanto, en Francia, el presidente Nicolas Sarkozy incluso ha propuesto constitucionalizar el control del déficit público. El líder francés sembró el pánico en Europa al amenazar, en plena crisis griega, con abandonar la Zona Euro si Alemania se negaba a acudir en auxilio de la deuda helena. Una advertencia que, de haberse materializado, hubiera supuesto, según muchos, el principio del fin de la moneda única.


Hablando de Alemania, ha sido -junto con el Reino Unido- uno de los últimos países en los que el descontento por la crisis se ha traducido en un retroceso electoral, en este caso en los comicios parciales de Renania. Y es que esta crisis no ha entendido de ideologías. Desde los gobiernos socialistas de España y Portugal hasta los conservadores de Francia y Alemania, todos han sufrido sus estragos.
Queda por ver si el ya famoso gobierno económico de la UE consigue superar la primera crisis del euro y si esta agresiva lucha contra el déficit no acaba siendo contraproducente. En este sentido, quizá Bruselas debería implorar por que no se cumpla el reciente pronóstico del economista y Premio Nobel Joseph Stiglitz: "La austeridad conduce al desastre".

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