Cultura

La fotografía, mentira cotidiana

"La fotografía es la mentira más consentida de todas". El joven fotógrafo Eduardo D'Acosta (Gerena, Sevilla-1975) se ha propuesto desmontar, con el mismo arma fotográfica, el bulo de la perspectiva y los puntos de fuga que nos ha legado la educación humanista en Apariencias, su primera exposición individual en Sevilla.

el 16 sep 2009 / 04:52 h.

Con Apariencias, el autor continúa su investigación sobre la manera en que la mirada occidental construye las imágenes, una reflexión en torno a la percepción y los modos de aprehender la realidad -"mucho más relativos y subjetivados de lo que pensamos", según él mismo explica- que sigue una línea de estudio abierta a raíz de dos de sus proyectos anteriores, Horizontes cotidianos (2003-2005) y Mentiras (2006-2008).

La primera serie "fue el resultado de los años en que me fui a vivir a Santander. Pasaba los ratos libres haciendo fotos descontextualizadas con fragmentos de suelo, trozos de pared, retales de cielo? Instintivamente iba ya buscando evadir la sensación de profundidad, que nada incitara al ojo a pensar en tres dimensiones", recuerda el joven artista sevillano. Estas primeras imágenes dieron pie a una investigación de la perspectiva y, lo que comenzó siendo una intuición, se convirtió en un discurso estético que cristalizó en la serie Mentiras. "Comprendí que la única forma de solucionar lo que había hecho antes de manera más básica era ampliando el encuadre", explica D'Acosta.

A partir de aquí, el autor comienza a fundir de 8 a 15 fragmentos de un mismo paisaje en una única imagen, de tal manera que, del suelo al cielo, todo queda reflejado en un mismo plano. "Algo que procede del cubismo y que he aprendido de autores como David Hockney", fotógrafo norteamericano de los 70 que ya trabajó en la imagen fragmentaria, "aunque de un modo artesanal".

Así las cosas, la depuración total de su empeño en desvanecer la ilusión de la perspectiva, imposible en la bidimensionalidad de la fotografía y la pintura, ha sido estas Apariencias, en las que Eduardo D'Acosta destila su trabajo anterior eliminando los cortes y las uniones entre cada fragmento de imagen, limpiando la fotografía y dejándola en un único paisaje. "Todo queda unido aquí: la paradoja de la fotografía, que no es más que la interpretación de una persona detrás de un encuadre; y mi deseo de democratizar el paisaje", explica el artista, que retrata lugares indeterminados, sin presencia humana. "Da igual la sociedad, el aspecto del paisaje o el clima. Todo es susceptible de este juego e perspectiva", añade.

En Birimbao, Eduardo D'Acosta muestra una docena de estos montajes fotográficos que, según sostiene, "son más reales que las imágenes convencionales".

"No podemos representar lo que vemos, por ello toleramos una mentira consentida culturalmente, que se basa en la consideración humanista del espacio, un fundamento nacido en la Italia renacentista que es utilizado desde entonces como paradigma ineludible para imitar la realidad y crear volúmenes", afirma.

Asimismo, y como señala en el texto introductorio del catálogo de la exposición el veterano pintor sevillano Ignacio Tovar, la abstracción que D'Acosta logra en sus fotografías "lo acercan a la pintura, a los valores pictóricos". El autor se explica. "A partir de la idea de la perspectiva, busco paisajes donde líneas, colores, ritmos y texturas se comuniquen entre sí. La lección de pintura que he aprendido del maestro Ignacio Tovar las metabolizo en mis fotografías".

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