Las reflexiones del músico y fotógrafo Joaquín Rodero (Sevilla, 1964) son inagotables. Su pasión por el mundo oriental le ha llevado a concebir la exposición Mu Jou, Esplendor del vacío, una serie de 14 obras sobre papel fotográfico que se exponen hasta el día 27 en la Galería Pablo del Barco (Plaza San Juan de la Palma). Se recogen en ella parte de una obra realizada con sencillez, por medio de una cámara analógica, sin objetivos, filtros ni trípode. "Me gusta ponerme al nivel de las cosas que retrato", dice Rodero, ya sean éstas unas mondas de naranja abandonadas en la calle o una telaraña en una pared. Con su inquietante imaginación, "los elementos más cotidianos se transforman en imágenes misteriosas".
Convertir en cosas extraordinarias la realidad más mundana parece el leitmotiv de una creación abstracta que emerge además inspirada por la música contemporánea con la que Rodero acompaña sus sesiones de revelado.
Con una gran hondura reflexiva y con una impactante parquedad técnica, Mu Jou testimonia un trabajo austero que "pretende llevar al espectador a otro estado de conciencia", tamizado todo ello por una máxima muy oriental. "Hago sólo una foto de lo que veo, si sale bien, estupendo, si no, no pasa nada. Lo que importa es el momento".
