Cultura

«La fotografía se ha trivializado, ya no se le pide ni calidad»

Considera el sevillano Juan Lamillar que llega un momento en que la obra de un poeta le permite realizar antologías temáticas: y eso es lo que ha hecho en ‘Música de cámara’, con una de sus grandes pasiones: la fotografía y sus artífices.

el 22 jun 2014 / 23:00 h.

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Juan Lamillar, un poeta amante de la imagen revelada. / Paco Puentes Juan Lamillar, un poeta amante de la imagen revelada. / Paco Puentes Una vez que has apretado el botón del disparador, ya no somos como somos: somos como éramos». La cita de Alberto García-Alix que encabeza el poema Un grito gris podría servir de pórtico para el libro Música de cámara, una selección de poemas de Juan Lamillar que tienen en común hablar de fotografía. Lamillar (Sevilla, 1957) no se considera fotógrafo –«me quedo en el nivel de usuario», confiesa–, pero sí un amante de este arte. «Me ha gustado siempre mucho su contemplación, como la de la pintura. Al fin y al cabo, la fotografía y la poesía consisten en lo mismo, se trata de apresar un instante». El autor comenta que estuvo tentado de dividir los poemas seleccionados en tres bloques –fotografía, fotografías y fotógrafos–, pero finalmente optó por el orden cronológico, «así el conjunto tiene más movimiento, lo contrario habría sido demasiado monótono», añade. De este modo, a una reflexión sobre este arte le suceden unos versos dedicados a Diane Arbus, o al retrato de Rossini que firmó Nadar. «También escribo sobre algunos retratos de escritores, uno de Romero Murube, otro de Robert Walser... Tengo también uno largo sobre el que Nicholas Nixon hizo a las hermanas Brown», prosigue Lamillar, quien se sorprendió de la escasez de proyectos de este tipo en la historia de la poesía española. Uno de los favoritos del poeta sevillano es el basado en la célebre fotografía de Susan Meiselas, donde se ve a una muchacha empujando una carrera con su esposo muerto. «La fotografía es un testimonio de lo que pasa en el mundo; no solo de lo hermoso, sino también de los sucesos más crueles. Y hay imágenes que impactan más que un artículo de opinión», añade. También se refieren algunas de estas piezas a imágenes más personales para el autor de títulos como La hora secreta, El fin de la magia oEntretiempo, por más que insiste en que «soy un fotógrafo discretísimo, nunca he tenido siquiera cámaras excesivamente buenas. Aunque a veces me esmero, no paso de hacer fotos muy normalitas. Artista desde luego no soy, pero sí me gusta la fotografía para recordar». Tal vez por eso, JuanLamillar asiste con cierta perplejidad a la invasión de imágenes que propician las redes sociales, a esa extroversión desproporcionada que hace que muchos ciudadanos no puedan comerse un plato sin fotografiarlo antes, o que no puedan disfrutar de sus vacaciones sin subir continuamente sus instantáneas a facebook. «Creo que vivimos entre los dos extremos», explica. «Tenemos a nuestro alcance millones de fotos de todas las épocas, países y temas, pero no cabe duda de que la fotografía se ha trivializado. Los fotógrafos y los teóricos tienen que plantear qué papel juega la fotografía hoy, más allá de plasmar un momento y exhibirlo. Hoy, por ejemplo, la calidad de la fotografía ha quedado olvidada, ya ni se pide», añade el poeta. Desde los retratos infantiles de Lewis Carroll a los descarnados trabajos del ya citado Alberto García-Alix, Música de cámara es también una buena ocasión para descubrir joyas de esta disciplina que el lector no conocía o no recordaba, pero también da pie a otras reflexiones, «como el poema en el que hablo de una foto de Pablo García Baena, vicente Núñez y Rafael Pérez Estrada, que es una meditación sobre la amistad y el paso del tiempo», dice. Lo seguro es que la producción de Lamillar dedicada a la fotografía no termina aquí: «De hecho, si el libro saliera hoy, ya habría dos poemas más para añadir. Hay temas como la pintura o la música, que salen siempre en mis poemas».

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