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La fuerza de la afición

En la charla organizada por este periódico, el ministro Bermejo explicó su larga trayectoria de cazador de escopeta y perro y confesaba que, sopesando la conveniencia de acudir a la montería de Aznaitín, al final le había podido la afición. Y es que llevamos...

el 15 sep 2009 / 22:51 h.

En la charla organizada por este periódico, el ministro Bermejo explicó su larga trayectoria de cazador de escopeta y perro y confesaba que, sopesando la conveniencia de acudir a la montería de Aznaitín, al final le había podido la afición. Y es que llevamos las aficiones en la sangre. El flamenco y la caza se juntaban en Demófilo, como nos dijo Antonio Machado: Mi padre, cazador.../ el cañón azul de su escopeta/ y del tiro certero el humo blanco; al mismo tiempo esa última afición unía al folclorista con José María Tenorio, un juez también sevillano, autor del Manual Completo de Caza y Pesca y que acabó siendo destituido de su cargo en las revueltas aguas de 1854.

Madame d'Aulnoy escribía en el XVII que el único goce y la sola ocupación de los españoles consistía en tener una afición. Entonces se refería sobre todo a los y las amantes pero, un siglo después, esos amores se habían diversificado en Andalucía para crear las grandes corrientes hacia los toros, las devociones cofrades, el cante flamenco... o la caza. Ellas ayudaron a formar las dos Españas y también, en una relación digna de Hegel, a coserlas con fuertes hilos al faltar los que tejían -sindicatos, asociacionismo cultural o político- otros países europeos.

Así adquirieron la fuerza del hado en las tragedias griegas y nos arrastran. El juez Garzón seguro que sabe un refrán de su pueblo: "Cuando Aznaitín se pone la montera, llueve aunque Dios no quiera" y el ministro debería haber recordado -e interpretado sibilinamente- otros versos de Machado: Sol en los montes de Baza./Mágina y su nube negra./ En el Aznaitín afila/ su cuchillo la tormenta. Tendría que haberlos tomado como Julio César debió creer el augurio del ciego sobre los idus de marzo porque las aficiones siguen pero las dos Españas, mal que nos pese, también.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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