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La Gavidia Slow

Reducir el ruido y el tráfico no es un invento de progresistas modernos y ecológicos. El proceso de peatonalización que pronto afectará a la céntrica plaza bebe del ‘Movimiento Slow'

el 17 ago 2010 / 19:47 h.

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Jaime es uno de los personajes inmóviles de la Plaza de la Gavidia. No está de paso ni es gorrilla, prácticamente vive allí. Hoy golpea una pelota con una raqueta de tenis, y lleva un cintillo que alisa sus rizos. A ratos canta, y a otros sólo se tambalea a causa de las cervezas que compra en el Sanebrín, uno de los tres bares que hay en la plaza. Comparte territorio con el otro inmóvil del cuadrilátero, Luis Daoíz, un militar español hecho estatua en 1889 por el artista Antonio Susillo. Su tarea diaria es bien distinta a la de Jaime: él observa desafiante a todo el que por sus pies pasa y procura que las palomas que se posan en él lo hagan sin dejar recuerdos desagradables.


Intento fallido. Las palomas, junto a los niños que juegan allí, los que descansan en sus bancos, y los que van de paso, forman el otro grupo característico de la plaza: el de la vida que se debate entre la velocidad y la lentitud. Sevilla asiste, desde hace unos años, a un proceso de peatonalización encabezado por Alfredo Sánchez Monteseirín, que, si bien ha sido causa y efecto de muchas polémicas y obras desmedidas, responde en el fondo a una filosofía de vida que entiende que vivir despacio, es vivir bien. La ciudad camina a pasos agigantados a convertirse en bandera del Movimiento Slow, una ideología que "no pretende abatir los cimientos de lo construido hasta la fecha, sino saber detenerse y disfrutar de un presente prolongado que en demasiados casos queda sepultado por las obligaciones de lo inmediato".

La Avenida, la Alameda, la Alfalfa, Asunción, San Jacinto... y ahora, la Gavidia. El corte de tráfico de la zona norte, actuación que se prevé "inminente" según Urbanismo, permitiría eliminar una pequeña bolsa de aparcamientos existente en el tramo de cuarenta metros que va desde el edificio de la Consejería de Gobernación y Justicia, hasta la esquina con Baños, cuyo tráfico no se vería afectado.

El Movimiento Slow que naciera allá por los 80 en Italia, se ha extendido no sólo a las ciudades (Slow cities), con promesas tales como reducir el ruido y el tráfico o aumentar las zonas verdes, sino también a la forma de comer (Slow food), a la manera de trabajar (Slow work), e incluso al modo de practicar sexo (Slow sex). La sombra de la celeridad invade todos los terrenos del sevillano, independientemente de su status social. Quien sabe mucho de cederle el tiempo necesario a la comida, "un momento vinculado a nuestra salud anímica y social", es Francisco González, el responsable de Slow Food SevillaySur, que cuenta ya con 65 adeptos: "Es necesario preservar las tradiciones culinarias de la localidad, la estandarización que trae consigo la globalización es nociva para la salud", comenta Francisco, "Comer a escondidas y con prisas delante del ordenador debilita la convivencia".

Sin embargo, Sevilla, pese a ser reflejo cada vez más de esta filosofía de vida equilibrada, que huye del furor de una era que mantiene a los ciudadanos pendientes del reloj, nunca podría llegar a ser una Slow city, puesto que sus habitantes superan los 50.000. Sí podrían llegar a serlo, y de hecho ya lo son, seis españolas: Begur (Girona) y Lekeitio (Vizcaya), son dos de ellas.

La Gavidia todavía no es peatonal, pero por ella la vida discurre de forma diferente a otras plazas sevillanas. No llega a ser Slow (el río constante de coches que bajan incluso en agosto por Baños en busca de aparcamiento se lo impide), pero casi. Por la mañana no hace tanto calor, por lo que el espacio se torna en idóneo para sentarse debajo de un naranjo: "Vengo cada día a observar", dice Luis, un vecino que sin saberlo, comparte aficiones con Daoíz. El medio día es para las palomas y para Ascensión y José, dos jardineros del Ayuntamiento que ayer pasaron siete horas regando esta plaza y la próxima Concordia: "En verano venimos dos veces a la semana". Las noches son para los amantes de la pausa y la cerveza, como Ana, que presume de "Gavidia lenta".

De utilidad

Qué: Plaza de la Gavidia.
Dónde: En el centro de Sevilla, junto a la calle Baños y la cercana Plaza de la Concordia.
Qué hay: 4 esquinas, 12 bancos forjados en hierro, 16 contenedores, 28 árboles, 25 coches aparcados, y 9 motos. (El número del transporte en verano es menor al de otras estaciones)
Comercios: Hay tres bares, una peluquería, un gimnasio, una clínica dental, un supermercado, un tienda de muebles y decoración del hogar, un laboratorio privado, y un bazar chino (cómo no) regentado por Guanzhu Wu. También hay un local que se arrienda, por si le interesa.

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