Local

La gran vergüenza mundial

Mientras el primer mundo anda inmerso en su enésima revolución tecnológica en otros muchos lugares del planeta 25.000 niños mueren cada día antes de cumplir los cinco años de edad. Una cifra escalofriante que lo es aún más por generarse ese absurdo reguero de muerte en causas que serían claramente evitables.

el 14 sep 2009 / 23:03 h.

Mientras el primer mundo anda inmerso en su enésima revolución tecnológica en otros muchos lugares del planeta 25.000 niños mueren cada día antes de cumplir los cinco años de edad. Una cifra escalofriante que lo es aún más por generarse ese absurdo reguero de muerte en causas que serían claramente evitables. Con una serena contundencia se recogen esas cifras y datos sobre el problema en el último informe de Unicef titulado 'Estado Mundial de la Infancia 2008' que fue dado a conocer ayer en Ginebra. Las víctimas infantiles se producen por dolencias casi tan vulgares en occidente como las complicaciones neonatales (muerte antes de los 28 días de vida), neumonías, diarreas, malaria, sarampión y sida. Enfermedades casi todas ellas que con un mayor esfuerzo de los países ricos podrían combatirse con éxito contrastado. Es justo reconocer, como también recuerda Unicef, que el número de niños muertos bajó por primera vez de los diez millones el año pasado. Hace sólo medio siglo la cifra de niños fallecidos llegaba a los 200 millones anualmente. Mucho se ha recorrido desde entonces pero a la luz de las cifras no lo suficiente todavía. El planeta está ante un fracaso colectivo que afecta a los todos los países, pero especialmente a los que están en mejores condiciones de ayudar a erradicar esta lacra. Y sin un esfuerzo suplementario ni siquiera se cumplirá uno de los denominados Objetivos de Desarrollo del Milenio que la ONU elaboró en 1990 y que pretende reducir en dos tercios, el número de muertes infantiles en el año del informe, antes de 2015. España ha multiplicado nada menos que por nueve su aportación a la infancia mundial en sólo tres años. Y ese es el camino. Las cifras de víctimas en 2006 siguen siendo terribles y aunque la evolución de las mismas induce a la esperanza la única solución pasa por la ayuda sostenida a los países que más sufren el problema en una especie de conjura global contra las muertes infantiles. El mundo unido puede y debe hacerlo.

  • 1