La Ejecutiva federal exigía a Griñán "unidad en el partido" para poder remontar el desastre electoral del 22-M, pero la histórica guerra fría del PSOE andaluz se ha recalentado. La crisis del PSOE almeriense, la haya provocado el sector oficial o el sector crítico, denota que la dirección regional no ha logrado mantener en calma al partido ni con la coyuntura política más exigente. Las costuras de los socialistas en Almería han soltado y hay ecos similares en Cádiz y en Málaga. En Almería, la pugna entre Asensio y Griñán data de hace año y medio, desde que el presidente forzó un congreso extraordinario y asumió la secretaría regional del PSOE en sustitución de Manuel Chaves. Griñán ya había destituido a Martín Soler, exconsejero con Chaves, y la nueva Ejecutiva regional relevó a dos delegados provinciales demostrando su falta de sintonía con la cúpula almeriense. Ocurrió lo mismo un año después en Cádiz. El cese del delegado provincial de Gobernación enfureció a la Ejecutiva de González Cabañas y precipitó la dimisión del consejero Luis Pizarro. El último enfrentamiento entre el PSOE de Almería y San Vicente -sede del regional en Sevilla- fue durante la precampaña. La dirección provincial propuso el nombre de Antonio Cantón como candidato a alcalde en la capital, pero el aspirante en 2007 y ‘cabecilla' del sector crítico José Antonio Amate mostró un radical rechazo y provocó la dimisión de Cantón. Se quiso firmar un armisticio presentando al entonces presidente de la Diputación provincial, Juan Carlos Usero, pero tampoco tuvo suficientes apoyos internos. Almería fue la única capital andaluza donde el PSOE no pudo presentar a su candidato antes del verano y la elección se pospuso hasta septiembre. También algo parecido ocurrió en Málaga. Griñán apoyó la candidatura de María Gámez en la capital y no permitió -respaldado por el federal- que hubiera primarias, como había pedido la corriente crítica del PSOE malagueño encabezada por Ignacio Trillo.
