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La hermana Paciencia Melgar recibe el calor de los vecinos de Morón

La misionera, que logró vencer al virus del ébola, narró ante el alcalde y los niños su experiencia luchando contra la enfermedad.

el 22 ene 2015 / 00:01 h.

El alcalde de Morón, Juan Manuel Rodríguez, en el centro junto a la hermana Paciencia Melgar. / María Montiel El alcalde de Morón, Juan Manuel Rodríguez, en el centro junto a la hermana Paciencia Melgar. / María Montiel El salón de Plenos del Ayuntamiento de Morón, repleto de niños, esperaba una visita muy especial. Desde hace varias semanas, el Colegio La Inmaculada preparaba unas jornadas con el testimonio de una misionera que les haría cambiar su visión de la vida. La hermana Paciencia Melgar, quien vencía el virus del ébola y cuya sangre salvó a Teresa Romero. Sorprendida por el recibimiento del pueblo, llegaba a primera hora de la tarde la hermana Paciencia a la ciudad del gallo. Durante tres días, esta misionera, acompañada por un representante de la fundación Signos Solidarios, compartirá con todos los vecinos su dura experiencia contra la enfermedad. Muy emocionada, Melgar escuchaba las palabras con las que era recibida por parte del alcalde, Juan Manuel Rodríguez. El primer edil agradecía su presencia en la ciudad y, principalmente, «su ayuda desinteresada para salvar miles de vidas». Le trasladaba, además, la ilusión de tenerla en Morón, «por la gran expectación que se ha creado entre los más pequeños». Estas jornadas entran dentro de una pequeña gira que la fundación Signos Solidarios está realizando por toda España para «dar voz a los problemas de África y así poder seguir ayudando contra ésta y otras enfermedades» explicaba a los presentes Javier Martín. Con un pequeño repaso a su vital experiencia, la misionera sorprendió a los presentes, especialmente cuando hizo referencia a la muerte de su compañera religiosa y al lamentarse por no haber podido salvar la vida del Padre Pajares, con quien compartía congregación. Tras 16 días encerrada en un barracón de un campamento de la periferia de Monrovia y rodeada de enfermedad, miseria y hambre, la misionera de la congregación Misioneras de la Inmaculada Concepción, milagrosamente logró salvar su vida, únicamente con paracetamol, tras contraer el virus al cuidar al director del hospital donde se encontraba trabajando. Su experiencia, al igual que su sangre, es su testimonio más vital para compartir. De hecho, no paró de repetir que «si mi sangre ayuda a otras personas, yo estoy dispuesta a donar lo que haga falta». Ella se aferra a la idea que sustenta sus creencias: «hacer el bien, cueste lo que cueste». Hasta el próximo viernes, el centro realizará actividades dar a conocer el testimonio de Paciencia, además de transmitir «la importancia de ser solidarios con quien más lo necesitan». Unas jornadas de puertas abiertas donde hará hincapié en que «a pesar de los problemas, siempre se pueden sacar fuerzas».

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