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La hermandad de Valme de Dos Hermanas recuerda a los duques de Montpensier

Antonio de Orleans, el duque de Montpensier, quería ser rey y para eso no se conformó con rezarle a la Virgen, le restauró su ermita para, de paso, ganarse el favor popular.

el 21 nov 2009 / 20:19 h.

En 2009 se han cumplido 150 años de la restauración de la ermita de Valme por los Duques de Montpensier, considerados los padres de la romería nazarena. La hermandad de Valme rememora estos días a esta singular pareja histórica expulsada de España por traición y cuyo objetivo era conseguir réditos políticos ganándose el favor del pueblo.

Para la posteridad quedará en el municipio nazareno el trabajo de mecenazgo que hicieron Antonio de Orleans (1824-1890) y Luisa Fernanda de Borbón (1832-1897), que no sólo apoyaron económicamente la restauración de la ermita levantada en el punto en el Virgen se le apareció a Fernando III el Santo, sino que hicieron una labor artística en toda Sevilla, con ejemplos como la restauración del palacio de San Telmo o los Reales Alcázares. El duque era hijo de Luis Felipe, rey de Francia, y Luisa Fernanda, hija del rey Fernando VII, por lo que en su matrimonio de conveniencia se intuía ya una vieja aspiración europea de unificar bajo una sola corona España y Francia.

Lo cierto es que este personaje fue un inteligente y ambicioso noble, cuya mayor aspiración era arrebatarle el trono a su cuñada, Isabel II, reina de España.
El duque inició en su juventud una carrera militar. Sin embargo, con la revolución que instaura la Segunda República en Francia en 1848, ha de salir del palacio de las Tullerías tan rápido que se deja olvidada a su mujer Luisa Fernanda y ésta se ve rodeada por una masa enfurecida de ciudadanos.

Un diputado amigo de la pareja la ayuda a salir de ese infierno y viajar a España primero, e instalarse en Sevilla, en el palacio de San Telmo, después. El duque de Montpensier vino a España con la idea de reinar, y para ello desplegó una gran actividad política dedicada al ensalzamiento de su figura.

Ermita en ruinas. En su tiempo en España, Antonio de Orleans entabla amistad con la escritora Cecilia Böhl de Faber, que publica bajo el pseudónimo de Fernán Caballero. En 1856 la novelista escribe Crónica popular y verbal de Dos Hermanas, que inserta en el capitulo seis de La Familia Alvareda. Allí describe las ruinas de la ermita levantada por San Fernando e introduce una crítica actual: "La imagen de Valme, así como los estandartes, fueron trasladados a Dos Hermanas, a cuyo término pertenecían y donde no son atendidos ni por los eruditos ni por los anticuarios, ni por los ricos ni por los curiosos, pero en donde los veneran y dan culto los pobres".

El duque capta enseguida el mensaje y entiende la rentabilidad política que supone ocuparse del asunto, justificando su mecenazgo por tratarse de "reliquias de su regio antepasado". Así, el 14 de noviembre de 1856 escribe en el diario La España su intención de restaurar antigua capilla así como el pendón de San Fernando, y le pide al alcalde de Dos Hermanas que le deje trasladar la reliquia a su residencia del palacio de San Telmo. Acto seguido los duques financiaron la restauración de la ermita de Valme.

El 9 de octubre de 1859 termina la obra y se celebra la apertura al público. En los textos de la época se recoge que se hizo una procesión, que partió de Dos Hermanas y que estaba presidida por los duques de Montpensier, el cardenal arzobispo de Sevilla, Manuel Joaquín Taracón, el capitán general, el gobernador civil, el alcalde de Sevilla y otras muchas autoridades de la época.

Un historiador de la época describe una comitiva que "llevaba en preciosas andas la imagen de Valme y delante del glorioso pendón se celebró una solemne función religiosa. Tras ella se sirvió un banquete de campaña colocado a la altura de tan pintoresco paisaje". ¿Le suena?

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