Cofradías

La hermandad del pinganillo

El programa de mano no sirvió ayer de guía en un Lunes Santo pegado al parte meteorológico.

el 29 mar 2010 / 21:06 h.

Las primeras horas de la tarde fueron de desconcierto, cuando nazarenos y público se vieron sorprendidos por el agua.

En días como los de ayer florecen, son legión. No basta con el programa. Digamos que de muy poco sirve el manual cuando el Polígono San Pablo aparece inesperadamente en la Plaza del Salvador -para asombro de la concurrencia que a esa hora colapsaba los soportales-; o cuando Santa Genoveva camina a la inversa de vuelta al Tiro de Línea sin haber olido la Catedral. Son los miembros de la hermandad del pinganillo. Los cofrades que viven pegados a su pequeño aparato electrónico pendiente de los programas de radio y de los partes meteorológicos de última hora. El auricular y las prisas son sus principales señas de identidad.

Pueden verse a diario, la mayoría de ellos cumplimentando con la apariencia del cofrade más ortodoxo, pero sólo procesionan de forma multitudinaria en esos días en los que la lluvia trastoca todos los planes de una semana que se prepara al milímetro durante todo un año. Porque quién le iba a decir a propios y visitantes que el día de ayer iba a ofrecer imágenes tan futuristas como la de la Cruz de Guía de Santa Genoveva deambulando a solas por Felipe II en medio de un aguacero apocalíptico (como si de una fantasía del escritor Juan Bonilla en Nadie conoce a nadie se tratase); o estampas tan folclóricas como la del camarero de la Alicantina, en plena plaza del Salvador, ofreciendo por lo bajini sus recomendaciones al capataz del paso de misterio del Polígono para que acelerara el paso y pudiera resguardarse del aguacero en el templo del señor de Pasión.

Nadie en la clientela del céntrico bar a esa hora, pasadas las dos de la tarde, era consciente de que se encontraba en la primera línea del Lunes Santo, una suerte de heterodoxa Carrera Oficial en que parecía haberse convertido la Cuesta del Rosario y los aledaños de la Plaza del Salvador. Los parroquianos consumían cervezas dentro, pero también se aventuraban en medio de la ventisca y salían a solidarizarse con el dolor del Polígono. La lluvia se confundía con las lágrimas.

Pero los miembros de la cofradía del pinganillo también cumplen con la regla de la paciencia y, cuando el hermano mayor de La Redención anuncia por la radio que la cofradía va a realizar su estación de penitencia, salen despavoridos hacia la calle Santiago. Son las 16.30 y no hay un alma en la Campana, pero ya ha salido el sol y el Lunes Santo se dispone a aprovechar esta segunda oportunidad. Tan paciente como la abuela de Noelia y Beatriz, a la que el agua no despegó de la puerta de la parroquia de Santiago. Sus nietas son nazarenas este año de La Redención y mantenían la esperanza: "Se han llegado a quitar las túnicas, han llorado, pero estos rayitos me han devuelto la alegría", explicaba ante un micrófono que retransmitía las declaraciones en directo a todos los miembros de la hermandad del pinganillo.

Reacciones: Una lluvia más que anunciada

“Yo creo que era previsible, incluso dije que, si no se adelantaba al Domingo de Ramos, llovería el lunes. Estos chaparrones eran de esperar, en línea con las previsiones”. El meteorólogo José Antonio Maldonado asegura que tiene la conciencia tranquila aunque mostró empatía con las cofradías que vieron truncada su estación de penitencia: “Entiendo a los hermanos mayores, especialmente los de las cofradías que salen de lejos y tienen que tomar una decisión aún sin nubes. Es difícil tomar la decisión, pero han salido sabiendo que había un riesgo”.

El hermano mayor del Polígono San Pablo, Manuel Márquez, añadió que los pronósticos no son los que determinan la salida, sino la junta de gobierno. “Sabíamos el riesgo que corríamos pero pensamos que las precipitaciones iban a ser de menor cuantía”, lamentó.

También desde Santa Genoveva, su hermano mayor, Javier Bonilla, comentó que esperaban lluvias débiles dispersas en cierto momento. “La que ha caído ha sido increíble para nosotros pero Dios lo ha querido así y no culpo a nadie”. Por su parte, el hermano mayor de San Gonzalo, Juan Hernández, explicó su decisión de no echarse a la calle: “Con una cofradía como la nuestra, con más de 1000 menores y la previsión que nos han dado, la decisión no podía ser otra”.

La semana es larga y habrá que estar pendientes de la evolución de la atmósfera porque en estos días van a cruzar la península otros frentes que no llegarán hasta Andalucía pero, como siempre, habrá que estar atentos por si cambia la previsión, recuerda Maldonado: “En términos futbolísticos, alguno de esos frentes va a pasar rozando el poste”.

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