Menú
Local

La hora como moneda de cambio

Hay un tipo de bancos al que la crisis no le afecta. Sus clientes siempre tienen crédito y cuentan con los "mejores tipos de interés". No existe inflación y aceptan igual al funcionario que al obrero manual o el joven en paro. Su unidad monetaria es la hora y sus cheques valen por clases, chapuzas o masajes al portador.

el 15 sep 2009 / 23:01 h.

TAGS:

Hay un tipo de bancos al que la crisis no le afecta. Sus clientes siempre tienen crédito y cuentan con los "mejores tipos de interés". No existe inflación y aceptan igual al funcionario que al obrero manual o el joven en paro. Su unidad monetaria es la hora y sus cheques valen por clases, chapuzas o masajes al portador.

Antonio Aznar acaba de dar dos horas de clases de matemáticas a la hija de una clienta del banco del tiempo de Maracena (Granada). Dos horas de crédito en su cuenta de haberes que gastará para que alguien le ayude a montar un mueble. Como él, unos 40 vecinos de este municipio granadino hacen transacciones con su tiempo. Intercambios en que una hora vale lo mismo sea para regar un jardín o para enseñar informática. "Aquí sí que los sueldos son los mismos para hombres y mujeres, y se iguala a los profesionales tengan carrera o no. Todo vale el tiempo que se tarda, sean dos horas de clase o de regar el jardín", explica Aznar.

Este militar retirado conoció los bancos del tiempo, surgidos en Estados Unidos pero ya extendidos por toda Europa, cuando con 50 años decidió estudiar Económicas por la UNED. La economía social llamó su atención y, tras informarse y ver que en ciudades como Barcelona "existe incluso una concejalía sobre usos sociales del tiempo", decidió con cinco amigos crear una oficina bancaria para gestionar las horas de los vecinos de Maracena.

En un local cedido por el Ayuntamiento y con sus propios ordenadores comenzaron a publicitarse y a crear una base de datos donde los interesados dan sus señas personales y señalan qué servicios ofrecen y qué necesitan. El banco del tiempo funciona desde hace siete meses, con ayudas de Caja Granada y subvenciones de la Junta como asociación de voluntarios para los gastos corrientes. Las ofertas y demandas pueden verse tanto en el tablón de anuncios de la oficina como en internet, a través de una clave que obtiene cada cliente cuando se abre una cuenta en la que, por cierto, reciben de entrada un crédito de dos horas como regalo. "En sus cumpleaños les regalamos otra hora y si están en números rojos, les damos crédito ilimitado, ya lo devolverán", explica.

Entre sus clientes hay desde jóvenes de 25 años hasta "una señora de 84 que cocina comida casera". En Maracena, el 9% de la población es extranjera y "tenemos servicios de intercambio de idiomas". Muy demandado es el servicio de un hombre que "hace de chófer, acerca a la gente a hacer gestiones y como es discapacitado, le permiten acceder hasta la misma puerta y aparca en los mejores sitios".

Aznar relata que en general "la gente ofrece más que demanda" y anima a todos a participar porque "hay quien dice que no sabe hacer nada pero saber escuchar ya sirve pues hay clientes que demandan un rato de compañía", defiende.

La de Maracena no es la única experiencia de banco del tiempo en Andalucía. También a mediados del año pasado se puso en marcha una iniciativa similar en Jerez de la Frontera, que ya cuenta con unos 85 clientes y cuya oficina bancaria está en las dependencias del centro de acogida de inmigrantes. Por este motivo, tiene clientes de todas las nacionalidades, entre ellas, una de las clientas más jóvenes, una niña magrebí de 13 años que se ofrece a organizar fiestas de cumpleaños infantiles.

Una hora de plancha a cambio de aprender a navegar por internet o enviar un correo electrónico, alguien que le cocine al que pagar con clases de tango, un profesor de español para inmigrantes recién llegados o un masaje terapéutico son algunos de los servicios que oferta el banco del tiempo de Jerez, donde cada usuario tiene un talonario de cheques para pagar los servicios prestados, según explica una de sus coordinadoras, Teresa Fuentes.

Vencer la desconfianza. Una de las reticencias que suelen tener que vencer los bancos del tiempo es la desconfianza de los usuarios a reclamar la ayuda de un desconocido cuando se trata de tareas que hay que realizar dentro del domicilio particular, como un arreglo. Para ello, suelen celebrar citas periódicas en las que los clientes se ponen cara. Con ello, además se promueve la relación intervecinal y el boca a boca sirve para captar nuevos socios.

Poco a poco los bancos del tiempo se van extendiendo en Andalucía. Recientemente se ha creado otro en la capital jiennense, y la Universidad de Sevilla cuenta con una iniciativa de este tipo entre su alumnado. Se retoma así la tradicional colaboración entre vecinos pues "antiguamente, en los pueblos, se ayudaban mutuamente a recoger sus aceitunas o cosechas", recuerda Aznar. Y ante la crisis, puede suponer un ahorro, aunque Fuentes reconoce que normalmente "no se piden servicios que cuesten mucho si no cosas sencillas que no se saben hacer".

  • 1