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La hora de la Plaza de España

El próximo 8 de mayo, la Plaza de España cumplirá 80 años. Lo hará entre vallas y cajones de obras. Su estado de conservación deja mucho que desear, pero por fin hay un plan para recuperarla. Si polémica fue su construcción, más lo está siendo su rehabilitación.

el 15 sep 2009 / 23:41 h.

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El próximo 8 de mayo, la Plaza de España cumplirá 80 años. Lo hará entre vallas y cajones de obras. Su estado de conservación deja mucho que desear, pero por fin hay un plan para recuperarla. Si polémica fue su construcción, más lo está siendo su rehabilitación.

La desidia y la falta de coordinación entre las administraciones (el enclave tiene partes que dependen del Estado y otras son municipales) ha dejado en una situación delicada al monumento estrella de la Expo del 29, cuya construcción ya fue una odisea y su visita, a día de hoy, deja mucho que desear pese a los esfuerzos (caso de la bancada) realizados en los últimos años.

El padre de la Plaza de España, Aníbal González (Sevilla, 1876-1929), no pudo terminar las torres y vivió sus últimos años de vida inmerso en una gran polémica; de hecho, dimitió tres años años después de su inauguración. Se cuestionaron los 90 metros de altura de sus dos atalayas, consideradas "costosas, innecesarias y poco bellas", se impusieron infinidad de cambios en su proyecto, se emitió un informe negativo de la ría y se incluyó una fuente (la central) no deseada por el arquitecto. Además, en su tortuoso camino se produjeron crisis internas en el Gobierno local, el comité ejecutivo y la llamada Comisaría Regia, retrasos e inconvenientes administrativos, lo que en el siglo XXI sigue pasando. Basta con echar un vistazo a las obras del Metro o la Encarnación.

Y por si fuera poco, la rehabilitación de la plaza ha tardado (está tardando) más que su propia construcción. Consecuencia: el próximo día 8 de mayo el monumento cumplirá 80 años entre andamios y cajones de obra porque no ha habido forma de orquestar un proyecto conjunto entre Gobierno central, Junta y Ayuntamiento, pese a los intentos.

Sus 50.000 metros cuadrados empezaron a construirse en 1914 y se inauguraron para la Exposición Iberoamericana de 1929. Fue considerada como la obra emblemática de Aníbal González y como la máxima referencia del legado de aquella muestra y de la arquitectura regionalista en Sevilla. En ella trabajaron, pese a la gran crisis económica que azotaba a la época (como ahora, poco más o menos), hasta mil obreros. Sin embargo, este museo al aire libre ha sufrido el vandalismo y el olvido durante décadas, fundamentalmente por la desidia y descoordinación entre las administraciones responsables.

El pasado 10 de febrero, el Ayuntamiento presentaba un plan integral, presupuestado en 12 millones, que se ejecutará entre este año y el próximo. Con él, se desmarca de la apatía general por el lugar desde que hace un año se armase una polémica con la Junta y sus escuelas taller que acabó dilapidando la recuperación, lenta pero progresiva, de un enclave que a diario concita a miles de turistas y que ha servido, no hace tanto, de escenario para directores como el hollywoodiense George Lucas.

A finales de 2010 -meses antes de las elecciones municipales- tendrá que estar todo listo: la balaustrada, la ría, la baranda interior de mármol, la red de agua, el cuarto sector de bancos provinciales, la pavimentación del entorno, la instalación de nuevas tiendas de artículos de recuerdo, el monumento de las Razas y la novedosa peatonalización de la avenida de Isabel la Católica. Un ambicioso proyecto que llega con dos años de retraso. Y es que el 22 de enero de 2007, la Junta y el Ayuntamiento firmaron un protocolo de colaboración, pero...

Este febrero se ha empezado a desmontar la balaustrada junto a la Torre Norte. La novedad serán las 20 farolas de fuste cerámico que se recuperarán del diseño original de González. En 1929 duraron en pie muy poco y está por ver si los vándalos las respetarán.

En mayo, el lugar cumplirá 80 años. Su puesta de largo tuvo como padrinos a Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Hubo discurso, himnos... y polémica por la altura de sus torres, al entender que competían visualmente con la Giralda (lo mismo que ahora se le cuestiona al rascacielos de Cajasol).

Su mantenimiento ha brillado por su ausencia, y eso que los expertos coinciden en que su conservación debe ser constante. El Gobierno central ha tardado tres años en anunciar la adjudicación de los trabajos para reforzar la cimentación de la torre Norte.

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