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La hora de la verdad

Agosto no siempre es sinónimo de vacaciones, sol y playa. Al menos eso deben pensar miles de estudiantes sevillanos que, poco a poco, retoman ya sus temidos tochos de apuntes de esas asignaturas que no aprobaron en junio. Las bibliotecas cada vez están más llenas.

el 15 sep 2009 / 09:32 h.

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Agosto no siempre es sinónimo de vacaciones, sol y playa. Al menos eso deben pensar miles de estudiantes sevillanos que, poco a poco, retoman ya sus temidos tochos de apuntes de esas asignaturas que no aprobaron en junio. Las bibliotecas cada vez están más llenas.

Este verano, al menos, opciones no faltan. Además de las salas de estudio que la Universidad de Sevilla mantiene abiertas durante todo el año en horario ininterrumpido (léanse el sótano de la Facultad de Matemáticas, conocido popularmente como el búnker, la biblioteca de la planta baja de Arquitectura, así como las de Empresariales, Económicas y Medicina), los estudiantes de la Hispalense pueden acudir por las mañanas de los días laborables hasta más de 20 centros tan dispares como las facultades de Comunicación, Farmacia y Derecho. Esta amplia oferta se completa con los extensos horarios de apertura que también presentan la biblioteca general del Rectorado, el laboratorio de Ingenieros o la sala de estudio del Sadus. La Olavide, por su parte, abre las puertas de su biblioteca de lunes a viernes durante todo el día, mientras que las bibliotecas públicas, como Infanta Elena, suponen la mejor alternativa a los preuniversitarios.

Y es que las tendencias están cambiando: durante la primera semana de agosto, poco concurrida en la ciudad en años anteriores, el nivel de ocupación de las sillas de las bibliotecas ha ido en considerable aumento gracias a a la afluencia de cientos de estudiantes universitarios que, con las bronceadas huellas de las vacaciones aún marcadas en la piel, único recuerdo visible de un feliz julio recién liquidado, no han tenido más remedio que cambiar la sombrilla por la carpeta y el chiringuito por la academia.

Tal es el caso de Álvaro, estudiante de segundo de Derecho. Tras pasar una agradable quincena en la costa onubense junto a su familia, la necesidad de dejar atrás Introducción al Derecho Procesal y Derecho Civil II, además de Romano, pendiente aún del curso anterior, le han obligado a permutar su idílico escenario por el silencio de una sala de estudio. "He empezado a estudiar tan pronto para que no me coja el toro", susurra Álvaro en plena faena. "Me juego la renovación de mi beca, por eso me tengo que poner las pilas". En la mesa contigua, María trata de concentrarse: "Nunca he estudiado en verano", confiesa una acalorada estudiante de publicidad, "pero merece la pena sacrificarme y terminar la carrera en septiembre". A solo tres semanas de las temidas pruebas, el futuro se cuece hoy... en las bibliotecas.

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