Local

La huella de Zapatero

La marca del líder de PSOE está bajo mínimos pero sus inicios fueron un revulsivo para la política andaluza

el 11 dic 2011 / 18:38 h.

TAGS:

José Antonio Griñán, José Luis Rodríguez Zapatero y Manuel Chaves en un mitin en Málaga en 2010 para festejar el Día de Andalucía. / jorge zapata (efe)

José Luis Rodríguez Zapatero no fue la apuesta del PSOE andaluz para dirigir los destinos socialistas pero tras su elección no hubo militante que no se volviera más zapaterista que nadie. Su gesto hacia Manuel Chaves, a quien hizo presidente del partido, cerró filas. Aquel pequeño grupo de alcaldes sevillanos que se saltó el guión para apoyar al leonés en el 35 congreso de 2000 dejaron de ser minoría y el PSOE andaluz comenzó a ensalzar su estilo político y sus nuevas formas. El presidente saliente logró insuflar al partido de Chaves el aire fresco que necesitaban unas siglas que comenzaban a dar síntomas de cansancio. La mayoría absoluta que los socialistas lograron en 2004 y que repitieron, aunque con menor rotundidad, en 2008 no se podría explicar sin la aparición de aquel mirlo blanco. Aquel Zapatero ganaba a Chaves y empujaba hacia arriba al PSOE-A.

El Zapatero de hoy ha obligado a convocar elecciones separadas para tratar de salvar la Junta de Andalucía de la ola antizapaterista que todo lo invade -lo primero sus propias filas-, que deja en casa a buena parte del electorado tradicional o que motiva a otros a acudir a las urnas para castigar al PSOE. Nunca un presidente del Gobierno transmutó tanto su valoración entre los andaluces. Felipe González ha sido el presidente andaluz por excelencia y José María Aznar el antiandaluz, gracias en parte a la intensa campaña de los socialistas desde la Junta contra el presidente del PP, y en otra parte a los muchos conflictos surgidos y que se saldaron en contra de la comunidad. El líder del PP-A, Javier Arenas, conocía esa losa y se ha empleado para que la imagen de Mariano Rajoy fuera distinta. Su intensa agenda andaluza da frutos.

La herencia que dejará Zapatero en esta tierra todavía no se puede calibrar, sepultada por una última etapa muy negativa. En el balance de su gestión hay dos etapas muy diferenciadas. Por algo Zapatero ha sido el presidente que ha vivido el momento más álgido de la economía española y andaluza (bajo su mandato se llegó a prometer el pleno empleo), y la peor crisis mundial desde el 29, traducida en el récord de un millón de parados andaluces. Los mismos jóvenes andaluces que tras el atentado del 11-M salieron a la calle en masa y le gritaron aquello de "no nos defraudes" son los que se revolvieron el 15-M y acabaron indignados secundando en las capitales andaluzas la revuelta de Sol. Las mismas andaluzas que lo aclamaban como una gran estrella sufren hoy el vacío de promesas como la equiparación salarial y viven un retroceso, además de sufrir la lacra del paro.

El leonés aterrizó en La Moncloa en 2004 como el presidente que iba a hacer justicia con esta tierra después de años de conflictos políticos y contenciosos judiciales. Extendió un cheque de 2.500 millones de euros para saldar la deuda generada por un modelo de financiación que no atendía al censo actualizado de Andalucía. Un remanente que permitió a la Junta alcanzar cotas de inversión pública históricas.

El matrimonio homosexual, la ley del aborto, la ley de igualdad, la asignatura de Ciudadanía o la ley de dependencia (con 191.350 beneficiarios andaluces) encontraron en el Gobierno andaluz un aliado natural. En la etapa anterior la Junta emprendió una serie de avances sociales que toparon en parte con la oposición del PP. El ejemplo más claro fue la investigación con células madres. Con Zapatero, la Junta legisló el derecho a la muerte digna y el Gobierno le copió.

El Gobierno andaluz tuvo cancha para hacer un nuevo Estatuto que sirvió de contrapeso a las aspiraciones nacionalistas de Cataluña. Zapatero dio margen en asuntos como el Guadalquivir. Tanto que el Supremo y el Constitucional han tumbado su articulado, evitando un acuerdo final sobre un traspaso polémico de ida y vuelta.

Además Andalucía participó junto al Estado en el diseño de un modelo de financiación autonómica que se suponía mucho más ventajoso que el anterior, por más que la crisis haya dado su peor cara y dejado al descubierto que muchas de las fórmulas compensatorias para las comunidades no sirven en el contexto actual. Ahí ha estado una de las fuentes principales de litigiosidad con el Estado, que estadísticamente se ha disparado en los dos últimos años y que tienen al Ministerio de Economía y a Elena Salgado en la diana.

El pago de la deuda histórica en solares es otra de los legados que deja Zapatero. Una herencia envenenada porque el Gobierno no salda en dinero contante y sonante, como pidió Griñán, sino en suelo que la Junta no ha logrado enajenar. Fue el anuncio estrella de un Consejo de Ministros celebrado en Sevilla en el que el Gobierno se propuso iniciar "una nueva economía sostenible" en Andalucía. Ahora los socialistas ven un error su discurso en contra del ladrillo.

Se salva el balance de inversiones del Estado en la comunidad, que empezó a atender el criterio de la población e hizo subir varios peldaños a Andalucía en el ranking nacional. Hasta en la última reprogramación de Fomento se salvaron obras emblemáticas como el puente de Cádiz y el Gobierno dejó reconocida una deuda de 1.500 millones de euros, eso sí, impagada. Y fue más de Gobierno enemigo que de amigo el revés a Griñán en la reforma financiera, con la entrega de Cajasur a la vasca BBK.

Los andaluces Magdalena Álvarez, Carmen Calvo, Miguel Ángel Moratinos, Manuel Chaves y Rosa Aguilar forman parte de los 34 ministros de Zapatero, el presidente que empezó retirando las tropas de Irak y de despedida anunció un acuerdo para la ampliación de la base de Rota.

En clave interna, Zapatero fue el secretario general que empujó a la sucesión en Andalucía. Se hizo pero no con la persona por la que él apostó, Mar Moreno, la actual consejera de la Presidencia. No se sabe si meditó esta operación política clave para el socialismo en Doñana, enclave privilegiado al que volvió para veranear, como González.
Y en la retina una imagen: la del Zapatero del 7 de marzo de 2008 de celebración junto a miles de mujeres en un mitin en Málaga. Su cara, de sufrimiento, dolor y rabia, cuando Chaves se le acercó al termino de su intervención para comunicarle que ETA acababa de terminar a tiros con la vida del concejal socialista Isaías Carrasco y de camino con la campaña electoral dice mucho de un presidente al que la historia quizás dé una tregua y los andaluces puedan juzgar más allá de los recortes.

  • 1