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La ilógica del pregón

La Sevilla de hace 110 años -por ponernos cuando nacía este periódico- era la ciudad de una España que 70 años antes había salido del Absolutismo gracias a un pacto -la alianza del Trono y el Altar- que vencía a los carlistas y coronaba a Isabel II; sólo 25 más atrás, volvía a hacer lo mismo con su hijo...

el 15 sep 2009 / 22:02 h.

La Sevilla de hace 110 años -por ponernos cuando nacía este periódico- era la ciudad de una España que 70 años antes había salido del Absolutismo gracias a un pacto -la alianza del Trono y el Altar- que vencía a los carlistas y coronaba a Isabel II; sólo 25 más atrás, volvía a hacer lo mismo con su hijo Alfonso XII. Hace 110 años España era, pues, una teocracia moderada (algo parecido a lo que hoy es Marruecos) donde la Política y la Religión Católica caminaban del brazo tanto por la vida diaria como por la de las grandes solemnidades. En Sevilla la mayor de éstas siempre fue la Semana Santa.

A partir de la segunda década del XX el turismo pasó a convertirse en una importante industria de la ciudad; el ayuntamiento creó el palquillo de la Campana para que un delegado eclesiástico impusiera orden. Un dibujo de Martínez de León nos dejó en ese cometido a Sebastián y Bandarán que no tuvo reparos en decir públicamente que hacía aquello por el buen nombre de la piedad andaluza, tan visitada por el turismo mundial en los días de la Semana Mayor. Las mismas palabras habrían definido el sentido original del Pregón: una llamada a los viajeros para que acudieran. Ése era su sentido.

Hoy han cambiado muchas cosas: el pregón ha adquirido la misma carga de acto social que una ópera o una corrida de Feria y se realiza en un teatro de propiedad pública cuyo funcionamiento cuesta dinero. Como sucede con cualquier otro evento del Maestranza, en buena lógica ha de ser la entidad organizadora la que evalúe gastos, patrocinios y beneficios y Rosamar Prieto hace muy bien en usarla. Lo que no tiene lógica es que siga siendo gratuito y que, por tanto, cualquier ciudadano, propietario social del espacio, no pueda optar por ir o no cuando el Pregón ya no es un pregón y España no es ya una teocracia.

Antonio Zoido es escritor e historiador.

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